Líneas críticas

Los abismos de la desigualdad

Francisco Palacios

Francisco Palacios

En el verano de 2011, el estadounidense Warren Buffett, considerado entonces el tercer hombre más rico del mundo según la revista Forbes, publica en el diario "The New York Times un artículo titulado "Dejen de mimar a los megarricos", en el que afirma que, mientras la mayoría de los estadounidenses luchan para ganarse la vida, los multimillonarios continúan disfrutando de extraordinarias exenciones fiscales.

Más recientemente, y aprovechando la celebración anual del Foro Económico Mundial de Davos, se vienen haciendo peticiones sobre los impuestos semejantes a la de Buffet. Así, el año pasado se exhibía una pancarta con la consigna: "Pongan más impuestos a los ricos". Su portador era el empresario británico, Phil White, perteneciente al grupo Multimillonarios Patrióticos, en cuyo nombre reclamaba una tributación más justa para que no se abriera un abismo insalvable entre ricos y pobres.

Y este mismo año, más de 250 acaudalados se han dirigido a la élite política reunida en Davos para pedirle de nuevo que les suban los impuestos. Lo hicieron en una carta abierta, arguyendo que esa subida "no alteraría de forma relevante su nivel de vida, ni les quitaría nada a sus hijos, ni tampoco haría daño al crecimiento económico de sus naciones"; en cambio, conseguiría convertir la riqueza improductiva y extrema en una inversión (positiva) "para el futuro de nuestras democracias".

Entre los firmantes de esta petición, la mayoría de Estados Unidos y Gran Bretaña, están una heredera de Disney, Aibgail Disney, el actor Brian Cox o Valerie Rockefeller, descendiente de una de las grandes dinastías de la historia económica estadounidense. Todos reconocen que la desigualdad ha llegado a un punto límite, y su coste para la estabilidad económica, social y ecológica no sólo es grave ahora, sino que sigue creciendo cada día. Para evitarlo es necesario tomar "medidas urgentes".

Por su parte, Brian Cox ha manifestado que la mayoría de los multimillonarios se están aprovechando de una "época dorada" y utilizan sus enormes riquezas para acumular poder político e influencia, socavando al mismo tiempo la democracia y la economía mundial. Y que "si nuestros cargos electos se niegan a abordar esta concentración de dinero y poder, las consecuencias serán desastrosas". Hasta el momento, la respuesta política a estas reclamaciones ha sido prácticamente nula.

Sin embargo, a pesar de la posición de este grupo de multimillonarios sobre los impuestos, lo cierto es que la desigualdad económica sigue creciendo de forma desmesurada. Un reciente informe de Oxfam Intermon muestra que el 1% más rico acumula el 63% de la riqueza producida en el mundo desde 2020. Y para el Banco Mundial, podríamos estar ante el mayor incremento de la pobre y desigualdad entre países desde la Segunda Guerra Mundial: países enteros se encuentran al borde de la bancarrota.

Y en el documentado libro "Acumuladores de riqueza. Cómo los multimillonarios pagan millones para ocultar billones", Chuck Collins denuncia que eludir impuestos a gran escala se ha convertido en un negocio enormemente rentable, provocando a la vez el empobrecimiento de amplias capas de la población en todo el mundo.

Por último, el Foro Económico Internacional de Davos arrancó este año con un informe alarmante del Fondo Monetario Internacional (FMI): la inteligencia artificial destruirá un 40% de los empleos y aumentará la desigualdad en el mundo. Todo un desafío para instituciones y empresas.

Pues bien, aunque en teoría, uno de los objetivos de los líderes reunidos en Davos es contener los excesos intolerables del capitalismo para mejorar las condiciones de vida en el mundo, su verdadera prioridad sigue siendo mantener o reforzar el orden económico vigente.

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