El Puente

Ceferino

En el adiós a un amigo con el que tantos hacíamos a diario una parada benditamente obligada

Julio José Rodríguez

Julio José Rodríguez

Hoy no habrá parada ante el quiosco situado delante de la iglesia de Sama. Hoy pasaré con la maleta de los recuerdos, de los buenos recuerdos, para homenajear a Ceferino Braña Velasco, al amigo de más de cincuenta años, al compañero en los inicios de la Bienal Nacional de Pintura "La Carbonera", meticuloso y concienzudo hasta grados insospechados, todo un perfeccionista exigente y un trabajador de enormes capacidades.

Ceferino el del quiosco, Ceferino el nuestro, el de tantos amigos y conocidos que hablábamos con él haciendo una parada benditamente obligada. Hoy no nos atenderá, pasaremos por delante de su negocio y le hablaremos a sabiendas de que no nos responderá, más no por ello nuestra imaginación tejerá una respuesta en su estilo.

No se ha muerto –para algunos– el amigo, el vendedor de esa mercancía valiosa cual es un periódico, es decir un abanico de opiniones e informaciones de las más variadas tendencias de la prensa. Una paleta de tonalidades varias que cada ciudadano elige según sus preferencias. Y en medio de esa pluralidad se encontraba nuestro amigo, siempre respetuoso, pero, con los de más confianza, con la cerbatana presta para disparar una frase irónica, una humorada propia de su inteligencia natural y cultivada.

Bien sabe Dios, y un par de personas, que tenía pensado escribir un comentario sobre él. Un comentario de agradecimiento, poniendo en valor su impagable trabajo junto a nuestro común amigo Francisco Javier Vázquez Estévez. ¡Y vaya si lo escribiré!

No monopolizo tu generosa amistad, la comparto con todas y todos cuantos le conocimos y le hemos querido. Los bombones de "Peñalba" y el turrón de "Betty", los vinos, los libros y los discos de "Forma Antiqva" dedicados por Aarón y firmados también por sus hermanos, Pablo y Daniel, se anudarán con más fuerza en la corona de la amistad. Navidad seguirá siendo ese lugar del arcoíris de sueños e ilusiones en los que apoyar el recuerdo.

Tu quiosco sirvió como confesionario, como muro de lamentaciones, como lugar de tertulia múltiple y valiosa. Llanura y despeñadero de verdades, chismes y hasta de proyectos que, alguno cristalizó en excelente realidad. Tu quiosco singular, fue lo que fue, porque tu has sido su auténtica piedra angular.

Queda su hermana Margarita y ella me servirá para recordar a su tía Josefina, a sus padres Fermín y Margarita, y al querido Ceferino. Descansa en paz, amigo,

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