El último adiós al atleta Yago Lamela congregó esta tarde en la iglesia avilesina de Santo Tomás de Cantorbery a decenas de personas que quisieron testimoniar su pesar por el inesperado fallecimiento de un hombre que con sus éxitos en el foso de salto de longitud puso de moda una disciplina deportiva minoritaria y que aún hoy es recordado con inmenso cariño dentro y fuera de la ciudad que le vio crecer. Los familiares de Lamela, rotos por el dolor, esperaron dentro del templo la llegada al altar de los restos mortales de Lamela, que fueron portados, entre otros, por atletas retirados y en ejercicio. En el oficio religioso, el sacerdote repasó la brillante trayectoria deportiva de Yago Lamela y trató de consolar la inmensa pena de sus allegados. Tras el funeral de cuerpo presente, estaba previsto que el cadáver de Lamela fuese llevado al cementerio municipal de La Carriona para proceder a su entierro.

Al mejor vivir morir. El refrán castellano refleja el mal momento que eligió el corazón de Yago para calcular mal la distancia y pisar línea mucho antes de que le tocara el turno al atleta avilesino, de 36 años, que murió el pasado jueves de un infarto según se desprende de la autopsia realizada ayer en el Instituto de Medicina Legal de La Corredoria, en Oviedo. Fuentes próximas al caso señalaron además que el deportista vomitó antes de fallecer y que en su cuerpo no había rastro de pastillas u otras sustancias. Numerosas personas se acercaron al tanatorio de Avilés para arropar a una familia destrozada: "No hay forma de explicar algo tan terrible", aseguró un portavoz.

La naturaleza dotó al mejor saltador de longitud asturiano de todos los tiempos de los mejores mimbres para convertirlo en un gran deportista, uno de los mejores de este país, pero le dejó disfrutarlo muy poco. Las lesiones se cebaron con él cuando apenas había empezado a demostrar hasta dónde podía llegar y acabaron por llevarle a un profundo pozo, pero estaba logrando superar unos malos momentos que le llevaron en 2011 a ser ingresado en la planta de psiquiatría del Hospital San Agustín tras presentar un cuadro depresivo. Volvía a ver el futuro con renovada ilusión y nuevos proyectos, según sus allegados.

Era un asiduo al gimnasio del polideportivo del Quirinal, había perdido peso y recobrado la figura, y se estaba preparando para sacar en Madrid el curso de entrenador nacional de atletismo. Volvía a sonreír después de mucho sufrimiento y quería colaborar con la Atlética, el club en el que se forjó como saltador y atleta, y al que siempre llevó en el corazón, pero no podrá ser. El atletismo lo llora.

El funeral por el subcampeón mundial de salto de longitud en Sevilla 1999 y plusmarquista europeo durante diez años con 8,56 metros, será esta tarde (16.00 horas) en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, en Avilés, y a continuación recibirá sepultura en el cementerio de La Carriona. Está prevista la asistencia del director general de la Federación Española de Atletismo, José Luis de Carlos. El oficio religioso será abierto, un homenaje al atleta, pero la familia ha pedido celebrar el entierro en la estricta intimidad.

La familia está conmocionada y no recibe. Solo su hermana Ana Lamela salió de la sala 4 del tanatorio avilesino ante el aluvión de visitas recibidas durante todo el día de ayer. Enrique Vázquez, portavoz familiar y cuñado de Yago, se dirigió a los medios para agradecer públicamente las constantes muestras de cariño recibidas. Fuentes próximas a la familia señalaron que el funeral será abierto para que se convierta en "un gran homenaje" al deportista.

El Ayuntamiento de Avilés decretó un día de luto oficial que concluirá a las cinco de esta tarde, y colocó un libro de condolencias en el vestíbulo del Complejo Deportivo Avilés para hacer llegar a la familia el dolor del deporte local. La Alcaldesa, Pilar Varela, precisó que se estudiará "más adelante" posibles homenajes, como dedicarle una calle o similar.