La gran fiesta del fútbol base está en Asturias: En la Oviedo Cup cada uno disputa su propio torneo

Raúl Martín, padre de un futbolista del Atlético: "Se juegan dos trofeos, el nuestro y el de los chiquillos"

Antonio Lorca

Antonio Lorca

Lo de la Oviedo Cup es algo muy serio, un torneo de fútbol base en el que pocas cosas se dejan al azar y en el que lo más importante es respetar un principio básico: los protagonistas son los pequeños, que compiten en diferentes campos repartidos por toda la ciudad y por otras localidades de Asturias; donde las aficiones, constituidas en su mayoría por las familias, les animan y aplauden como si allí estuvieran jugando Messi, Mbappé y los mismísimos Borja Bastón y Djuka. Los hay que ya tiene experiencia en el torneo y los hay que no, pero unos y otros se marchan con la intención de regresar al año siguiente.

La hinchada del Atlético de Madrid sigue de cerca a su equipo alevín. | I. C.

La hinchada del Atlético de Madrid sigue de cerca a su equipo alevín. | I. C. / Antonio Lorca

Entre los que tienen algo de experiencia está el salmantino José Luis Martín, integrante de un grupo de aficionados del Unionistas de Salamanca, club que trajo al torneo asturiano a nueve equipos. En su caso repite por segundo año consecutivo. El año pasado tuvo jugando a sus dos hijos, aunque en esta ocasión vino con el que juega en categoría alevín: "Tienen un muy buen equipo", decía poco antes de que su equipo lo refrendara endosando un nuevo gol al Ribadesella, algo que provocó que dos niñas que les acompañaban golpearan un tambor con todas sus fuerzas en uno de los campos de las instalaciones del Juan Antonio Álvarez Rabanal, donde suele disputar sus partidos el Covadonga.

Una acción del Nuevo Boadilla-Veriña alevín, disputado ayer en el Rabanal. | Irma Collín

Una acción del Nuevo Boadilla-Veriña alevín, disputado ayer en el Rabanal. | Irma Collín / Antonio Lorca

Otro tema es el del alojamiento, asunto complicado si lo dejas para el último momento. Ellos cogieron tres casas en Tuilla (Langreo) para once personas y desde allí se desplazan cada día para seguir los partidos de los hijos que, por supuesto, están ubicados con el resto de sus compañeros en otro emplazamiento. Esa es otra de las claves de este torneo: la familia va por un lado y los chavales, por otro. José Luis Martín reconoce que el ajetreo es importante y que eso reduce las opciones de hacer turismo: "He venido dos veces a este torneo en Oviedo y la ciudad no la conozco muy bien; ahora, los campos de fútbol me los conozco todos".

Eso no quiere decir que en estos cuatro o cinco días que se pasan de visita no tengan sus ritos ni haya momento de confraternizar con otros en su misma situación: "Se juntan más los padres que los críos, al final te unes a cualquier afición". En cuanto al tema gastronómico, con Oviedo lleno, el salmantino sabe lo que hacer: "El año pasado encontramos una sidrería en la que se comía bien y que nos dio un gran trato; fuimos siempre ahí".

Por las gradas del Rabanal, entre aficionados de lugares dispares, desde Boadilla (Madrid) hasta Zalla (Vizcaya), se puede ver alguna cara conocida del fútbol asturiano, como el entrenador del Avilés, Emilio Cañedo, que tiene a su hijo jugando el torneo con el Juventud Estadio. Otra de las aficiones que aportó color a esta grada del Rabanal fue la del Atlético de Madrid. Entre esos seguidores, un debutante, Raúl Martín, recién llegado a Asturias, definía muy bien cómo se gestiona este torneo: "Venimos a dos torneos: el nuestro, el de los padres, y el de los chiquillos". El alojamiento, en su caso, está en Llanera, donde cogieron una casa para 19 personas: "No ha sido posible encontrar nada en Oviedo y nos fuimos a Llanera", explica. La primera impresión, eso sí, fue buena: "Las instalaciones están muy bien y tiene todo muy buena pinta; encima el tiempo está acompañando", añade.

Otra debutante es Laura Rodríguez, que viene en el grupo de padres del Zalla, equipo de la localidad vizcaína, que se estrena en el torneo. En su caso está instalada en Gijón y sus hijos, con el equipo, en el camping de Deva, también en Gijón. El autobús en el que iban sus hijos, otros debutantes en el torneo, salió ayer a las cuatro de la madrugada: "Los críos no durmieron de la ilusión que tenían por venir al torneo, es la primera vez que van a estar sin sus padres y estaban locos de los nervios". Ellos, por su parte, aprovecharán el buen tiempo y la libertad que les da que la única responsabilidad que ahora tienen con sus hijos sea la de animarles desde la grada.

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