El bronce que ganó a una bacteria: esta es la historia de Paula Cima, la campeona judoka asturiana

La ovetense Paula Cima presume de medalla tras un parón de tres años iniciado por una enfermedad

El bronce que ganó a una bacteria

El bronce que ganó a una bacteria / Joaquín A. Cuesta

Joaquín A. Cuesta

Joaquín A. Cuesta

Es curioso que una bacteria casi trunca la carrera de Paula Cima (Oviedo, 2004), judoka carbayona que se hizo ayer con el bronce nacional en la categoría junior, en 57 kilos. Cima estuvo a punto de dejar el judo, deporte que comenzó a practicar con tres años por "imitar a mi hermano", tras contagiarse en un tatami con una bacteria que la tuvo postrada en una cama del HUCA durante un mes en los turbulentos tiempos de la pandemia.

Iba a empezar el bachillerato, quería disfrutar del verano... Lo mejor por aquel entonces era "centrarse en los estudios" y darse un respiro de esta disciplina de lucha. Dos años después, Cima se mudó a La Coruña para empezar sus estudios de Cafyd (Ciencias de la actividad física y el deporte). Allí entabló amistades, se asentó y decidió buscar un gimnasio para "hacer algo de deporte". Encontró entonces el "Judo Club Arteixo", lugar que le hizo recuperar el gusanillo de la competición. La cinturón negro volvió a presentarse a los diferentes torneos que hay por España y comenzó a tener de nuevo un papel relevante dentro del circuito nacional. Hasta el sábado, que decidió probar suerte en Madrid, y vaya si la tuvo. El resultado, un bronce que logró tras caer en la primera ronda. Con un gran espíritu de recomposición, supo sobreponerse a las adversidades para ganar las otras tres peleas que tuvo esa tarde para morder el metal.

"Empecé en este deporte porque siempre me ha gustado competir. Primero, en el gimnasio Takeda de Oviedo, y luego, en el Noreña-Berrón", dijo la atleta, encantada de vivir en Galicia, comunidad a la que representa. "Retomé el judo tras dos años de parón. Me encontré un club perfecto que me animó a regresar a la senda de la competición. Me gusta mucho Oviedo, pero lo de vivir sola a mi edad es genial, una ventaja. Ahora mismo no volvería ni loca", bromea Cima.

Una atleta que pretende llegar a los europeos y a los mundiales, pero que sin un extra de ayuda lo tendrá complicado. "Lo primero es clasificarse, pero para ello tengo que viajar por toda Europa, con los gastos que eso supone. Es cierto que desde la federación gallega nos ayudan, pero aun así hay que pagar muchas cosas", lamenta la judoka asturiana. "En otros deportes tienen servicios de fisioterapia, de médicos... Nosotros no", dice.

Su siguiente parada es Portugal. Allí luchará por rascar una medalla. Le queda por delante Italia, Francia, Málaga e Inglaterra. Si consigue dos metales se clasificará para el Mundial. Con uno, para el Europeo. "Es mi prioridad. No sé si podré ganarme la vida con esto, por eso estudio. De todos modos, aunque dejara de competir, nunca me desligaría del judo", explica Cima, una judoka que, de no ser por sus padres, "que siempre me animaron", podría no haber vuelto a competir.

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