La anécdota de Ruiz de Lopera y un traspaso con el Oviedo: "Ve al banco y di que vas de mi parte"

El histórico mandatario verdiblanco perdió la vida a causa de una diverticulitis: "Era muy pasional, vivía para su Betis"

Ruiz de Lopera presentando a Oli.

Ruiz de Lopera presentando a Oli. / Eduardo Abad

Un personaje peculiar producto de una época que, aunque parezca lejana, queda muy próxima en el tiempo. El recientemente fallecido Ruiz de Lopera simboliza como pocos aquel tiempo, a caballo entre los 90 y los incipientes 2000, en el que los presidentes acaparaban más titulares que los futbolistas y los palcos acostumbraban a ser escenarios de sainetes que han quedado incrustados en la memoria colectiva del balompié patrio.

"Era muy especial". Más de un partido junto a "Don Manué" presenció Eugenio Prieto, presidente del Real Oviedo entre 1988 y 2002 y que lo recuerda como un hombre "muy especial" para el que su Betis, del que fue máximo accionista durante dieciocho años (1992-2010), era "lo máximo". "Lo vivía con mucha pasión, lo pasaba muy mal", incide Prieto. Hombre de fe, Lopera se encomendaba a lo divino durante los partidos, tal y como relata el exmandatario azul: "En un bolsillo tenía una postal de una virgen, a la que besaba cuando el Betis avanzaba al ataque; y en el otro tenía a otra virgen con la que hacía lo mismo cuando les tocaba defender".

La relación entre Lopera y Prieto quedó marcada por el traspaso de Oli en 1997 del Oviedo al Betis a razón de mil millones de pesetas. "Fue todo muy claro -dice Prieto-. Llamaron de la Federación para decirnos que se iba a ejecutar la cláusula. Hablé con Don Manuel y me dijo: vas al Banco Popular, dices que vas de parte de Don Manuel Ruiz de Lopera y te dan los mil millones. Y así hice. Ese dinero salvó al club de muchas situaciones".

"Estaba ahí para todo". "Lopera hizo un gran desembolso por mí y me hizo jugar la UEFA, siempre se lo agradeceré", tercia el propio Oli, que confiesa que Lopera le inculcó un sentimiento bético "que te cagas" que aún le acompaña. Don Manuel, desarrolla, "era uno de esos presidentes que no volverán: estaba ahí si necesitabas cualquier cosa, incluso si nuestras mujeres tenían algún problema".

"Siempre me dio la sensación de que nos trató como si fuésemos sus hijos. Preocupado de los detalles, siempre se encargó de todo en el club, hasta de lo más mínimo. Cuando marché de Oviedo era la primera vez que salía de mi casa y me acogió de una manera extraordinaria. Cuando tenía que tener mano dura la tenía, pero nunca me faltó de nada. Hasta me buscó una casa para que estuviera cómodo, que ahora es de lo más normal, pero de aquella nos teníamos que buscar la vida", zanja un Oli que, confiesa, nunca echaba en falta la felicitación de su antiguo presidente del día de su cumpleaños: "Era una gran persona".

"Era cien por cien pasional". El gijonés Francisco Javier Castaño jugó en el Betis entre los años 2000 y 2002. "No tengo nada malo que decir de Don Manuel, tengo recuerdos muy buenos de esa época -asegura-. Era cien por cien pasional, un bético acérrimo y un gran devoto: cuando fiché por el Betis, lo primero que hizo fue invitarme a su palco en Semana Santa".

Si algo no olvida Castaño de su estadía en Heliópolis son las frecuentes charlas de Lopera a la plantilla. "Venía a hablarnos antes de los partidos, nos hacía gracia, era un personaje", expone, al tiempo que pone el foco en otra de las facetas más conocidas del expresidente verdiblanco: su afán por tenerlo todo bajo su mando, "desde el primer boli que se movía en la oficina". "Lo controlaba todo", dice Castaño de un hombre que "vivía para su Betis".

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