El insólito partido en el que debutó el primer nacido en Brasil con España, de padre asturiano: "Era muy bueno"

La leyenda del Atlético, hijo de trubieco, fue el primer original del país más grande de Sudamérica en debutar con la selección: "Tenía algo especial"

Alineación del Atlético de Madrid en la repetición de la final de la Copa de Europa de 1974, en Heysel. Por la izquierda, de pie, Reina, Melo, Capón, Adelardo, Eusebio y Bezerra; agachados, Salcedo, Luis Aragonés, Alberto, Gárate y Heredia.

Alineación del Atlético de Madrid en la repetición de la final de la Copa de Europa de 1974, en Heysel. Por la izquierda, de pie, Reina, Melo, Capón, Adelardo, Eusebio y Bezerra; agachados, Salcedo, Luis Aragonés, Alberto, Gárate y Heredia. / LNE

Johan Cruyff, Mick Jagger, Jim Morrison: para molar en los 70, un hombre debía dejarse melena. Bien lo sabía Heraldo Bezerra. Aunque el pelo largo le costó algún que otro quebradero de cabeza: se dice que, durante su etapa en Newell’s Old Boys, los centrales intentaban detenerlo tirándole de las greñas.

Cuenta la leyenda que a Bezerra, ojito derecho del antiguo Calderón, fue el primero al que le cantaron aquello de "illa, illa, illa, Bezerra maravilla" que se adaptaría para festejar a mitos de la selección como Juanito o David Villa. Igual que ellos, Bezerra también vistió la camiseta del combinado nacional: fue, de hecho, el primer nacido en Brasil en hacerlo, abriendo un camino que luego recorrerían Marcos Senna o Diego Costa

Bezerra nació en São Jerônimo, Brasil –cuya selección se enfrenta esta noche a España (21.30 horas, La 1)– en 1945. En 1971, después de su exitosa etapa en Argentina, emigró a España, patria de su padre –nacido en Trubia, Oviedo–, al fichar por el Atlético de Madrid. Junto al Ratón Ayala y Gárate, formó el tridente conocido como "Los Tres Puñales", una de las delanteras más celebradas de la historia del Atleti que le regaló al club rojiblanco su época de mayor esplendor hasta la llegada de Simeone, consiguiendo dos Ligas, dos Copas del Rey y una Intercontinental y quedándose a una pulgada de ganar la Copa de Europa en aquella fatídica final de Heysel contra el Bayern en la que Georg Schwarzenbeck igualó en la última jugada el gol de Luis Aragonés.

En lo futbolístico, lo de Bezerra con España fue efímero, casi testimonial: solo jugó un partido. Pero la situación tiene miga por su naturaleza excepcional. Era octubre de 1973. España se enfrentaba en un amistoso a Turquía en Estambul por el centenario de la federación turca. El encuentro estaba programado apenas cuatro días antes de jugar en Zagreb contra Yugoslavia un decisivo partido clasificatorio para el Mundial de 1974, el último al que faltaría España hasta el día de hoy.

Ante la perspectiva de perder jugadores por lesión contra un rival con fama de violento, el entonces seleccionador Kubala optó por configurar una alineación alternativa hasta el paroxismo, con seis debutantes de los cuales solo dos, el expresidente de la federación Villar y Chechu Rojo, volverían a jugar con España y entre los que se encontraba el mítico delantero oviedista Marianín. La selección empató a cero, mismo resultado que, con un once en el que solo repitió Costas, sacó contra Yugoslavia. "Debutar con España fue lo máximo, fue muy emotivo escuchar el himno fuera de nuestro país. Jugamos un buen partido", recuerda, más de medio siglo después, un Marianín que tampoco olvida la calidad de Bezerra: "Para jugar con España hay que tener algo especial, y está claro que él lo tenía. Era muy bueno".

El talento hispano-brasileño, sin embargo, se apagaría de forma prematura: un accidente de coche en Argentina, recién fichado por Boca Juniors, le costó la vida a los 31 años.

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