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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión del día sobre el Sporting: El castigo y un playmobil

Los muchachos del "tardeo" de Nochebuena deben recibir un correctivo por las consecuencias y por manchar el escudo

Gerardo Revuelta, médico del Sporting, en Mareo Marcos Léon

La dictadura del silencio en el Sporting empieza a ser dictablanda. Por lo menos de un lado, el de los jugadores. Desde el otro, el del club, ayer hubo señales de vida con un comunicado con el parte médico sobre cómo marcha la crisis sanitaria rojiblanca. Empiezan los brotes verdes. Puede ser el primer día de la nueva normalidad. Incluso en el entrenamiento se volverán a permitir las cámaras.

Los más optimistas vaticinan que esto significa que alguno de los contagiados ya andará por Mareo con todos los análisis en regla. Luego está lo que pasará en la zona abuhardillada, donde no se esperan novedades. El señalado Javier Martínez, vicepresidente por partida doble, ha sido ratificado en su cargo por los hosteleros. El “tardeo” de Nochebuena de dos de los “valors” de Mareo como Manu García y Nacho Méndez le ha salpicado, pero no parece que las manchas vayan a durar mucho. O sí.

La unión como vacuna y el “Resistiré” como banda sonora están de moda en Mareo después del destrozo social provocado por la bachata y el perreo erótico-festivo. La juventud, divino tesoro o una enfermedad que se cura con el tiempo, según el clásico que uno prefiera, tendrá que recibir un castigo por su comportamiento. Y sobre todo para dar ejemplo a esos niños, pongamos que se llaman Martín y Celia, que abrirán su regalo de Reyes a la espera de encontrar un playmobil tuneado como Manu García o un chupete con el escudo del Sporting. La pelota no se mancha. El escudo, tampoco.

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