Tranquilidad en Gijón. La mayoría silenciosa y mesurada del sportinguismo asume la derrota en Cartagena como mal menor. “No siempre se puede tener lo que uno quiere”, “el rival también juega”, “las notas a final de curso”, “las sensaciones siguen siendo buenas…”.
Pueden elegir las disculpas/explicaciones que deseen del muestrario grabado en piedra con el que cuenta el “fúrgol” para explicar lo ocurrido en partidos como el de Cartagonova.
La tropa rojiblanca asume que tocaba perder… y se perdió. Que pase el siguiente. Después de tantos años chupando Segunda, el aficionado tiene muy interiorizado eso de que el camino es largo y que habrá más tramos empinados que cuesta abajo.
Mientras, a 28 kilómetros también se encuentran en pleno trayecto hacia (aún) no se sabe dónde. La diferencia es que en la capital el depósito de la paciencia roza la reserva. El Cuco, fiel cumplidor de las directrices del nuevo fútbol que ordenan que hay que dejar en manos de los entrenadores la portavocía del negocio y aún más cuando el gobierno de Vichy no se pronuncia, le ha pillado el tranquillo a eso de salir a explicar el porqué de tantos empates y a prometer que algún día llegará la felicidad.
a 28 kilómetros también se encuentran en pleno trayecto hacia (aún) no se sabe dónde. La diferencia es que en la capital el depósito de la paciencia roza la reserva
La mejor ocasión para que el oviedismo sienta de nuevo lo que es sumar de tres en tres viaja desde Burgos y lo hace cargada de protagonistas con pasado azul. Sí, la maldición de los ex,que como los pimientos del Padrón, unos días pican, y otros, no.
