Opinión

Yo sí sé lo que sé

Los resultados, al final, determinan la sabiduría de los entrenadores

La casualidad. El otro día me llamó el dueño de la empresa para pedirme explicaciones por un trabajo que había salido muy mal. Le dije, de buen rollo, que quien sabía de esto era yo, que con mis argumentos él podía aprender, bueno que aprendíamos los dos, porque él también aportaba sus conocimientos, claro, de buen rollo, insisto...

El trabajo siguiente fue un fiasco aún mayor. ¿Cómo no voy a entender a Miguel Ángel Rodríguez cuando, al pedirle explicaciones el dueño del club sobre el planteamiento del partido de Elche, le dijo al patrón Irarragorri que quien sabe de fútbol es él? (El entrenador, por si hay dudas). El domingo, ante el que hasta entonces era el colista de Segunda, el batacazo fue total.

La diferencia es que, por lo que sea, yo estoy esperando la carta de despido y MAR aún tiene cinco partidos para sellar el examen de la temporada que dilucide su futuro.

El partido contra el filial del Villarreal fue uno de esos fracasos de proporciones bíblicas, de esos que solo falta que baje el dios del fútbol y deje El Molinón reducido a gravilla. Desde el minuto uno hasta el pitido final el baile fue bochornoso.

La culpa hay que repartirla. El entrenador del Villarreal B garabateó con descaro e impunidad la libreta táctica y técnica de MAR. Y los jugadores no estuvieron a la altura de uno de los seis partidos claves para la temporada. Resultó impresentable la falta de actitud y aptitud de los rojiblancos. Un ejemplo: en el minuto de 48, un contraataque franco del Sporting, ¡acabó en las manos de Yáñez!

Falló todo, pero poco cambio. Por esa combinación de clasificación apretada y errores en cadena del resto de aspirantes, el Sporting se mantiene a las puertas de la promoción y a nueve puntos (algo más alejado ahora) del ascenso directo, que ya no es el objetivo. Resulta peligroso comprobar como el desencanto comienza a arraigar entre la afición, que desfilaba por las gradas, muchos con el estómago ya encogido por la hora y la falta de un bocado de ilusión.

Sabiondos o mendrugos

Ser entrenador no es nada fácil y que se les reconozca su trabajo se presenta como una ardua labor. Un buen amigo madridista, en cada partido, cuando no le gusta el juego del equipo y suele sucederle en alguna fase del partido, reclama sin pudor el relevo inmediato de Ancelotti, pese a su amplio bagaje de éxitos y títulos. El saber, por sí, no garantiza resultados. A un entrenador se le reconoce su instrucción futbolística o se le reprocha su desconocimiento en función del resultado. Eres un sabiondo cuando ganas y un mendrugo cuando pierdes.

Sería injusto colocar a MAR de cara a la pared por estos resultados, aunque la dinámica es muy preocupante en las últimas semanas, después de mantenerlo en lo alto de la clasificación casi toda la temporada. Llegó el patrón y, al menos ante el graderío, apeló por mantener la calma y recuperar las virtudes que mantuvieron al equipo en lo alto de Segunda. Hubo cena con el cuerpo técnico y reunión con la plantilla. A ver si la arenga del patrón surge efecto. Al final del partido del domingo, un parroquiano volvió a repetir el conocido mantra: "Ye lo que hay". Pero fue rápidamente corregido por otro: "No, ye lo que no hay". Y se hizo el silencio. Esto no sé si se sabe.

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