Oviedo, Javier CUARTAS

El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) ha puesto a la venta una parte del señero edificio que ocupa su sede regional en Oviedo, y que el antiguo Banco de Bilbao (BB) heredó de su antecesor en Asturias, el Banco Asturiano de Industria y Comercio. Fuentes de la entidad bancaria vizcaína confirmaron ayer que el banco sólo enajenará una parte de ese conjunto arquitectónico -la que da a la calle Mendizábal, frente a la plaza de Porlier- y que la organización financiera seguirá siendo propietaria del chaflán -en el que está el acceso principal a su sede- y la prolongación del edificio por la calle San Francisco. Aunque integrante de un único conjunto arquitectónico, obra en 1900 de Juan Miguel de la Guardia, ambas partes integran «dos fincas segregadas tanto física como registralmente», matizó el mismo portavoz. Las mismas fuentes no precisaron ni la superficie en venta ni el precio en que la ha tasado el BBVA.

La venta por el BBVA de una parte de su edificio más emblemático en Oviedo es la cuarta gran operación de desinversión realizada recientemente por las entidades bancarias en Asturias. Banesto cerró su segunda sede histórica en Asturias (calle Marqués de Santa Cruz, en Oviedo) para trasladarla al edificio «Jirafa»; y el Sabadell enajenó el edificio del Banco de Asturias, en la calle Fruela, de Oviedo, tras fusionarlo con el Herrero, y más recientemente, tras adquirir el Urquijo, se desprendió de la sede de esta entidad en Gijón que antaño había sido domicilio del Banco Minero Industrial de Asturias. A diferencia de estas operaciones, el BBVA continuará siendo propietario y usuario de una parte del edificio, aquélla en la que tiene sus oficinas centrales en Asturias.

De la Guardia concibió ya en origen esta obra en 1900 como dos unidades que formaron una creación homogénea y coherente, cada una de cuyas dos áreas diferenciadas fueron ocupadas por dos negocios históricos: el Banco Asturiano de Industria y Comercio, fundado en 1899 por el industrial José Tartiere Lenegre, y el hotel Covadonga, que fue uno de los establecimientos hosteleros más prestigiosos de Oviedo, propiedad de los Fernández Doral.

El Banco Asturiano, promovido por Tartiere en alianza con otras dinastías burguesas asturianas y vizcaínas, tardó tres años (hasta 1902) en trasladarse a su sede definitiva, a la espera de que concluyera su construcción. Mientras tanto, atendió al público en el número 10 de la calle Fruela, que iba a erigirse en la principal calle financiera de Oviedo. En 1912 abrió sus puertas en ella el Banco Herrero y a fines de los años sesenta se mudó a esa misma vía el Asturias (antes, Langreo).

El edificio del Asturiano, de gran prestancia y empaque, y con líneas cosmopolitas, que las guías arquitectónicas encuadran en el eclecticismo francés y el historicismo, sobrevivió a tres incendios. El primero, en 1906, afectó al hotel Covadonga, como acaba de rememorar Carlos Rodríguez en su historia del cercano hotel Principado, pero no dañó el Banco Asturiano. Sí fue más pavoroso el siniestro que destruyó casi totalmente el edificio el 5 de febrero de 1911, tal como recoge la entidad bancaria en una publicación de 1949 con motivo de su primer medio siglo de existencia. El edificio social fue reconstruido con rapidez, pero 23 años más tarde, durante la Revolución de Octubre de 1934, quedó de nuevo destruido. Las fuerzas gubernamentales se atrincheraron en el Banco Asturiano para intentar frenar el avance de los revolucionarios, parapetados en el edificio de la Universidad. El fuego cruzado e intenso entre Ejército y mineros dañó ambas construcciones, que tuvieron que ser reconstruidas.

Tartiere había fallecido en 1927 y dos años después, coincidiendo con la crisis internacional de 1929, el Asturiano se vinculó al Banco de Bilbao, que en 1930 designó tres consejeros. El Asturiano devino en filial del Banco Bilbao, que lo absorbió en 1970.