Oviedo, Javier CUARTAS

La gestión del futuro banco en torno al cual se vertebrará la alianza de Cajastur, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), Caja Extremadura y Caja Cantabria reposará fundamentalmente sobre la caja asturiana en el día a día, aunque existirán pactos para la gobernanza de la entidad según los cuales las decisiones estratégicas y las operaciones de gran calado precisarán de mayorías reforzadas en el consejo. Con ello se trata de preservar un alto grado de consenso entre los cuatro cajas accionistas del banco, cuya denominación aún no ha sido decidida.

El presidente de Cajastur, Manuel Menéndez, será el primer ejecutivo del banco, y en condición de tal llevará el peso del negocio bancario. Menéndez será el consejero delegado, equivalente al concepto anglosajón de CEO («chief executive officer»), máximo responsable de la gestión y dirección de una compañía.

El esquema prevé la existencia, en el escalón inmediato a Menéndez, de dos directores generales: uno, corporativo (institucional), para el que se apunta como candidato casi seguro al actual director general de Cajastur, Felipe Fernández, y otro, de negocio, cargo que ocupará el actual director general de CAM, Roberto López Abao. Ambos directores generales reportarán al consejero delegado.

Las otras tres cajas partícipes en el futuro banco ocuparán cargos de relevancia en el consejo pero sin poderes ejecutivos: Modesto Crespo (presidente de CAM) asumirá la presidencia no ejecutiva de la entidad conjunta que se va a constituir y los presidentes de Caja Extremadura (Víctor Bravo) y Caja Cantabria (Enrique Ambrosio) desempeñarán sendas vicepresidencias.

Los presidentes de las cajas aliadas ocuparán, por lo tanto, cuatro de los 12 puestos del consejo de administración del banco. De las ocho sillas restantes, varias (en un número por determinar) se confiarán a consejeros independientes, de acuerdo con las recomendaciones habituales de los códigos de buen gobierno de las sociedades mercantiles, y el resto se repartirán, en proporción al peso de cada caja, entre directivos o consejeros de CAM (que tendrá un peso del 40% en el accionariado y en los órganos de la entidad), Cajastur (40%), Caja Extremadura (11%) y Caja Cantabria (9%).

En aras de forjar mayorías sólidas y de garantizar un clima de consenso en el seno del banco, en las decisiones capitales, aquéllas de mayor relevancia estratégica o económica y en las que se comprometan mayores recursos, los socios han pactado condicionar la aprobación de cualquier propuesta de ese calado a que la apoye un mínimo del 75% del capital, lo que obligará a pactar al menos a Cajastur y CAM.

La misma configuración del poder accionarial parte de la premisa de que ningún socio tenga la mayoría absoluta (51%), y el peso de las cuatro cajas aún se relativizaría más si se llegasen a incorporar más socios al banco en el futuro. El Banco de España no puso objeciones a la falta de un liderazgo accionarial hegemónico a condición de que sí hubiera una línea ejecutiva de poder claro en el «staff». El consenso en torno a la figura de Manuel Menéndez como primer ejecutivo del quinto grupo financiero y tercer bloque de cajas del país facilitó el acuerdo final. Manuel Menéndez, Felipe Fernández y Jesús Ruano (éste, director de empresas participadas de Cajastur) fueron los tres ejecutivos que lideraron, en representación de la caja asturiana, la negociación para la formación de esta agrupación de cajas que, bajo la figura jurídica de un sistema integral de protección (SIP), operará como una «fusión virtual». Es casi el mismo equipo que diseñó la operación de CCM. En la fusión de Caixa Galicia y Caixa Nova están interviniendo 72 directivos.