Mañana Somió se vestirá de fiesta, sonarán las campanas. Una de las parroquias más extensas del concejo tiene unos orígenes muy antiguos, pues ya en época romana apuntan algunas crónicas la existencia de cierta «Villa Someu», término del que puede derivar Somió.

En el Somió de 1929, una pequeña comunidad cristiana, unida por una misma fe y siendo testigos de la misma con sus obras, tomó parte activa en los trabajos de la comunidad parroquial, para levantar su actual templo, enseña de la iglesia en Somió, de nuestra aldea, la Iglesia entre nuestras casas. Mañana celebraremos en nuestra parroquia dos importantes efemérides: el LXXV Aniversario de la inauguración de su templo parroquial y el cincuenta de su consagración.

Un nutrido grupo de sacerdotes concelebrarán junto a Pío Sánchez, nuestro párroco, y Vicente Álvarez, nuestro vicario parroquial, una misa solemne a las 12.00 horas. Durante la misa dos jóvenes feligreses, marido y mujer, aceptarán el sacramento de la confirmación, si bien uno de ellos recibirá el sacramento del bautismo. Nuestro arzobispo Carlos Osoro presidirá los actos.

Hace 79 años, José María Julián Rubiera, entonces párroco de San Julián de Somió, y la junta parroquial encargaron al joven arquitecto Juan Manuel del Busto redactar un proyecto de la iglesia parroquial «que sustituyera al antiguo templo, insuficiente ya para contener el extraordinario aumento que la feligresía había experimentado, en el transcurso de los años». Trabajo del que el mismo arquitecto dijo: «No recuerdo, a lo largo de mi carrera, haber recibido encargo alguno, no sólo con tanto gusto, sino con tanta emoción».

Busto proyectó un templo buscando fuentes de inspiración en las trazas y elementos decorativos que ofrece el llamado estilo asturiano o prerrománico. De su personal interpretación nació San Julián de Somió, «uno de los mayores aciertos arquitectónicos del siglo pasado». Afirmación que, el historiador Pedro Hurlé, hace en su artículo «Aportación al estudio de la historia de Somió», publicado en el número 29 de nuestra revista parroquial, aseveración que, sin duda, todos compartimos. Y, sin duda, también compartimos esta otra declaración del mismo historiador: «San Julián constituye una admirable combinación de los estilos visigóticos y prerrománico o ramirense, guardando todo el edificio armoniosas proporciones y ofreciendo su interior aquel aspecto, severo y recolecto, que hizo exclamar a José Caveda que «parecía conservar entre sus muros todo el espíritu melancólico de la Edad Media». Se inauguró en marzo de 1933, entonces como ahora, Somió se vistió de fiesta y sonaron las campanas en Somió.

Hace 50 años (1958) tuvo lugar la dedicación o consagración de la iglesia. La consagración de un templo fue considerada siempre como una de las más grandes fiestas y de más regocijo popular. No solamente se celebraba con solemnidad el día de la consagración, sino toda la octava y el aniversario y es que «la consagración confiere al templo una santidad y eficacia especiales, que no posee en tan alto grado una iglesia simplemente bendecida».

Pero siempre debemos tener presentes las enseñanzas de San Pablo: «Si el templo material es el distintivo de la iglesia espiritual, el hombre es el verdadero lugar de la presencia de Dios: "Vosotros sois el edificio de Dios"». Siendo el templo por excelencia Jesús, lugar preferente de la presencia de Dios en el mundo «destruir este templo y en tres días yo lo levantaré».

Que todos los habitantes de nuestra hermosa aldea estemos cada vez más «orgullosos de nuestro templo parroquial, no solamente por su belleza externa, sino por su alma interior que consiguió unir y hermanar a toda su feligresía en torno a sus párrocos». Reflexión esta última que dejó escrita mi antepasado Ignacio Bertrand en la revista «Recuerdo», que, con motivo de las bodas de oro de la iglesia de San Julián, editó la junta parroquial de entonces. Sonarán las campanas en Somió, pues Somió se vestirá de fiesta.