Cuarenta años sin Alfonso Camín, el "poeta de Asturias"

Hijo predilecto y con más de cien obras, fue víctima de la represión y falleció en la pobreza: "Es una figura a reivindicar"

Alfonso Camín y su esposa, Rosario Armesto.

Alfonso Camín y su esposa, Rosario Armesto. / S. F. Lombardía

En una humilde casa de Porceyo fallecía hace hoy 40 años Alfonso Camín, laureado como hijo predilecto y poeta de Asturias. Moría a los 92 años y con los mismos apuros económicos que había tenido siempre, pero dejando un legado casi inasumible de más de cien publicaciones y una historia vital de novela que, cuatro décadas después, parece correr el riesgo de diluirse. Hoy, uno de los colectivos que más han defendido la figura de Camín en los últimos años, el Ateneo Republicano, celebran a las 13.00 horas un homenaje al poeta en el cementerio de Porceyo, donde descansan sus restos. "Aún hoy es una figura a reivindicar, como asturiano exiliado y como periodista y escritor, fue un ejemplo a seguir en muchas de sus facetas", defiende Alejandro Villa, presidente de la entidad.

Camín nació en 1890 en Roces, en el barrio de la Peñuca. Hijo de labradores, dejó siendo aún niño los estudios para trabajar y pronto vio que su única opción, como la de tantos jóvenes de su generación, era cruzar el Atlántico. Se fue a Cuba con solo 15 años, en teoría a trabajar como dependiente, pero su primer poemario, "Adelfas" ya vio la luz en 1913. Logró hacerse un hueco en la prensa local y llegó a ser uno de los corresponsables más prestigiosos de su quinta, colaborando en medios como "Diario de la Marina". Este medio le mandó de vuelta a España para cubrir la I Guerra Mundial desde Madrid, y desde la capital inició una escalada literaria –para entonces ya había publicado cuatro libros– en la que casi siempre se tuvo solo a sí mismo como aliado. Cuenta Milio Rodríguez Cueto, editor de las memorias del poeta: "Él fue autodidacta y se hizo escritor en Cuba. Llega siendo un muerto de hambre, pero logra hacerse periodista y escritor. Su obra es inmensa y se tenía que publicar él mismo, porque ninguna editorial podría resistir su ritmo de publicación. Por eso, fue editor y también fundador de varias revistas literarias".

Albino Suárez, íntimo amigo de Alfonso Camín, junto al  poeta.

Albino Suárez, íntimo amigo de Alfonso Camín, junto al poeta. / S. F. Lombardía

A su regreso a Cuba, se ve envuelto en una pelea –Camín se peleaba bastante– y es encarcelado. Cuando recupera la libertad, huye a México, donde acaba de consolidarse como autor. Allí conoce a su primera esposa y regresa a Madrid. Se separaron, y el volvió primero a México y después a Cuba. Allí conoció a su segunda esposa, que se trajo también a Madrid, y con la que corrió la misma suerte. Siempre presumió de su éxito con las mujeres.

Pero la estabilidad la encontró en la década de 1930 y en la madrileña Rosario Armesto, de la que ya no volvió a separarse. Pero en estas fechas sí tuvo que separarse de su país una vez más, y esta vez durante 30 años. De firmes ideas republicanas –aunque sin interés por la beligerancia, así que nunca entendió el acoso de los nacionales–, fue atrapado y encarcelado en la prisión de Luarca. "Casi lo fusilan. Se escapó de milagro, por unos conocidos que tenía en la zona", completa Villa. Era marzo de 1937, Tenía Camín para entonces 45 años y una treinta de obras publicadas.

No regresaría ya Camín a Gijón hasta el 25 de septiembre de 1967, pero cuando lo hizo El Musel parecía una fiesta. Bandas de gaiteros, decenas de vecinos y curiosos esperando y un emocionado Albino Suárez, uno de sus mejores amigos –intervendrá hoy en el homenaje en Porceyo– esperando en primera fila para darle un abrazo al poeta en su camarote. Camín tenía 77 años pero aparentaba al menos una década más joven, y posó tranquilo ante las cámaras con su sombrero de ala y su capa española, con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo un puro habano siempre encendido. Parecía que llegaba entonces una época un poco más dulce para Camín, que sí pudo ver en vida varios homenajes. El más importante llegó e 1979, cuando se le laureó como "Poeta de Asturias", un premio creado expresamente para él y que iba dotado –quizás porque las instituciones sabían de su endémica penuria económica– con una pequeña pensión. Falleció en la pequeña casa rural de Porceyo que le había construido su hermano Corsino. Fue un 12 de diciembre, 1982. Para entonces había desaparecido ya de la vida pública. Su esposa Rosario fallecería unos meses después. Hoy, la biblioteca de Roces lleva el nombre del poeta.

El escritor, durante su nombramiento como hijo predilecto de Asturias.

El escritor, durante su nombramiento como hijo predilecto de Asturias. / S. F. Lombardía

Las memorias inacabadas

De las inmensa obra de Camín, entiende Rodríguez Cueto que el ambicioso proyecto autobiográfico del poeta quizás sea hoy su obra más vigente. El gijonés había proyectado cuatro tomos de sus memorias de las que logró terminar y publicar en vida dos, y Rodríguez Cueto, en un proyecto patrocinado por el Ayuntamiento y a través de su sello VTP, reeditó esos dos volúmenes y logró rescatar y ordenar los manuscritos que compondrían los dos restantes. Todos usan de título un árbol característico de la tierra en la tierra en la que Camín vivía en el momento de narrar su historia. "El primero, ‘Entre manzanos’, cuenta su infancia asturiana, y para mí es un libro fundamental, una obra que debe formar parte del canon de la literatura asturiana", explica. En el segundo, "Entre palmeras", narra su llegada a Cuba y las miserias que pasa como emigrante. La tetralogía se completa con "Entre nopales" –por su etapa en México– y "Entre madroños", en el que cuenta su andadura literaria en Madrid. "Es muy interesante, pero hay que saber leerle. Tenía una gran imagen de sí mismo y a veces parece que caía en la hipérbole", aclara entre risas.

En cuanto su poesía, el también poeta y director de la Feria del Libro Jaime Priede completa: "La poesía de Camín ha envejecido como ha envejecido toda la retórica del Modernismo, pero tiene el peso histórico de haber sido, como emigrante a Cuba, el primer poeta que puso a los negros y a los antillanos en el centro de su obra".

La figura de Alfonso Camín ha tenido siempre un eco extraño. Aunque nombrado en vida con el premio "Poeta de Asturias", creado expresamente para él, y siendo nombrado también hijo predilecto de la región, su historia no acabó cayendo en el olvido por la labor de íntimos amigos suyos como Albino Suárez, que lleva décadas difundiendo el trabajo del gijonés.

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