Placas de calle fuera de lugar: el modelo de barrio llega al centro

La colocación de los nuevos indicadores indigna al ceramista que los creó: "Es un desastre total, sin orden"

La placa tradicional de la calle la Muralla y la nueva de la travesía del Convento.

La placa tradicional de la calle la Muralla y la nueva de la travesía del Convento. / MARCOS LEON

Gabriel Cuesta

Parte de la historia de Gijón cabe en unos pocos centímetros de cerámica: la de las placas que identifican el nombre de sus calles. Una imagen característica que va camino de perder el orden establecido hace un cuarto de siglo debido a unos cambios recién introducidos, con la instalación de varios rótulos del diseño previsto para los barrios en la zona centro. "Se están haciendo sustituciones sin mantener la estética, el orden y el tamaño", asegura Alberto Estrada, gerente de Cerámica Laguía, la empresa que en 1998 se encargó de cambiar toda la rotulación. "Es un desastre", remate.

Antes de ahondar en ejemplos, hay que poner en contexto la labor de esta empresa familiar de cerámicas, que consiguió imponerse a grandes firmas como Porcelanosa en el concurso impulsado durante el último mandato del alcalde socialista Vicente Álvarez Areces. Hablar de Estrada es hablar del "padre" de estas placas. Lideró la creación e instalación de los tres tipos: ovaladas, con el escudo municipal antiguo, para las calles de Cimadevilla; rectangulares y blancas con orla talaverana para la zona Centro; y blancas con una franja roja superior para el resto de barrios. En cifras, tan solo en un año salieron de sus talleres 2.480 rótulos de cerámica para jubilar a sus antecesores, unos cartelones verdes que colgaban de una barra doblada y estéticamente muy cuestionados.

Según Estrada, el principal problema ahora es la desestructuración de su catalogación. Dos ejemplos: la calle León y la travesía del Convento. En ambas se han colocado recientemente dos placas con el diseño correspondiente a los barrios, el de la característica franja roja, cuando debería ser el de la zona céntrica de la ciudad. Y otras muchas vías continúan sin rótulos, "un error gordísimo" a ojos de Estrada. "Cuando abordamos su instalación, la cantidad de placas que se iban a destinar para una tercera parte de Gijón, terminaron siendo repartidas por toda la ciudad para no dejar a nadie de lado", dice. En ese sentido, explica que "la idea inicial era que todos los cruces tuviesen una placa". Uno de los casos más claros para ilustrarlo: la calle Juan Alvargonzález, en El Llano. Se trata de una de las arterias más largas de la ciudad, pero apenas cuenta con una decena de placas, cuando serían necesarias unas treinta. "Con este planteamiento, si se produce un cambio de sentido en algunas de las calles, la placa pierde su función informativa para los coches", denuncia.

Placa de la calle León.

Placa de la calle León. / Marcos León

Otro aspecto que deteriora su armonía es el tamaño. El "padre" de las placas se ha percatado de que en los últimos ocho años se están instalando en la ciudad estos elementos fabricados por compañías que no respetan la proporción de las que se fabricaron en 1998. "Ahora son más pequeñas. Se lo he advertido al Ayuntamiento, pero se escudan en que ya no existe el anterior molde y eso no es cierto. El fabricante sigue produciéndolas", desliza el gerente de Cerámica Laguía. A su parecer, eso "genera un desequilibrio visual".

Salvo encargos puntuales, sobre todo de placas para la zona de Cimadevilla, el teléfono de Estrada ha dejado de sonar para seguir surtiendo las calles con sus creaciones: "Habría capacidad para rotular todo Gijón de nuevo. El esmalte, lo que sería la serigrafía, ya está creada para hacer las calcamonías de las cerámicas. Y al mismo tamaño, con una calidad para que dure toda la vida con solo un pequeño mantenimiento", relata.

Justo ahora se han cumplido dos años del anuncio con el que el Ayuntamiento de Gijón manifestaba su intención de realizar un inventario de las placas de las calles de la ciudad. El Área de Movilidad reservó una partida de 7.500 euros para saber el número exacto de carteles y su grado de deterioro, además de abordar las posibles carencias de estas señales en determinados puntos. El plan municipal de 2020 atribuía ese trabajo al área de Obras Públicas y Mantenimiento. En ese sentido, contemplaba respetar la estética de las piezas y los modelos diferentes, según la época de instalación. "Es todo muy mejorable", sentencia Estrada, quien critica que incluso se hayan colocado algunas placas fuera de su lugar correspondiente. "Al lado de nuestro taller hay alguna colocada sobre el ladrillo del edificio en vez de estar sobre el mármol, el espacio supuestamente reservado para ello. Eso significa que, cuando se hagan obras en la fachada del edifico, esa placa va a pasar a mejor vida", explica.

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