Diego Urdiales, primera oreja de la vuelta de los toros a Gijón

El diestro riojano firma los muletazos más destacados de una tarde en la que Manuel Román perdió el triunfo por la espada y Moriyón fue ovacionada

I. Peláez

I. Peláez

La lluvia se quiso sumar a la tarde del regreso de la Feria de Begoña, en la que miles de aficionados poblaron los tendidos del coso para celebrar el día 15 de agosto y reivindicar que la supresión de los toros en Gijón había sido un clamoroso error. Una tarde gris y fría que calentó Diego Urdiales para cortar al segundo de su lote la única oreja de un festejo en el que Manuel Román emborronó con la espada una notable faena al novillo de Zacarías Moreno que cerró la corrida.

Los tendidos se llenaron de paraguas y chubasqueros cuando el reloj de la plaza marcaba las seis y media. Minutos antes la alcaldesa, Carmen Moriyón, se había llevado la primera ovación de la tarde con todo el público puesto en pie. Los olés se demoraron más de la cuenta después de una primera parte del festejo en el que los toros no ofrecieron posibilidades de lucimiento. Hermoso de Mendoza, vistoso en las suertes, pechó con un lote de pocas opciones de la divisa portuguesa de Romao Tenorio. Los dos toros, cinqueños y con los crotales puestos, lastraron la despedida de El Bibio del maestro de Estella. Se mostró voluntarioso con el abreplaza, alcanzando a lomos de "Talento" los mejores momentos de la lidia gracias al toreo de costado. Clavó los rehiletes arriba, dejándose llegar al animal, que ofreció dificultades cuando Hermoso quiso rematar la labor con las banderillas cortas. El cuarto no regaló nada y obligó a Hermoso emplearse –la veteranía es virtud– hasta encontrar con "Navegante" y sus quiebros los momentos más destacados en una tarde marcada por el mal uso del rejón de muerte.

Diego Urdiales cortó la única oreja de la tarde gracias a una faena cargada de oficio y paciencia en la que logró arrebatar notables muletazos por el pitón derecho (queda un natural para el recuerdo), a un bonito toro de Zacarías Moreno, con más cara, que fue de menos a más a pesar de la escasez de fuerzas. Los chispazos de casta de su oponente permitieron a Urdiales, siempre bien colocado y entregado, una sentida faena que rebosó el clasicismo que define al diestro riojano. El final con los muletazos a dos por abajo, doblándose con el toro y por derecho, hicieron brotar los pañuelos tras un espadazo en lo alto. A su primero, tan precioso de hechuras como manso de condición, lo recibió intentando estirarse a la verónica. El de Zacarías Moreno metía bien la cara por el pitón izquierdo, pero fue un espejismo, pues la falta de fuerzas le llevó a rehuir la pelea, impidiendo que la faena tomase vuelo. Urdiales se lo había brindado a Moriyón. "Alcaldesa muchas gracias por devolvernos la tauromaquia a Gijón. El toreo es un ejercicio de libertad y es lo que deseamos todos los españoles. Va por usted", le dijo el diestro.

Manuel Román, que ayer hizo su debut en Gijón, perdió el triunfo con la espada en el sexto (el estoque asomó hasta dos veces). Fue un novillo de buena condición, muy enclasado, que a partir de la tercera tanda perdió fuelle. Dibujó muletazos por el derecho con mucho gusto, dejando palpable las buenas maneras de este jovencísimo novillero cordobés que brindó la obra a su apoderado, Carlos Zúñiga. Cuando el toro se apagó, Román tiró de quietud y valor. Antes, con el tercero, apenas pudo mostrar disposición después de dejar un buen saludo a la verónica y un quite por chicuelinas. Luego, tras brindar al público, el de Zacarías Moreno terminó cumpliendo sus mansas amenazas desde que salió y acabase rajándose.

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