La figura de la semana | Coordinador de programas del Club Natación Santa Olaya e impulsor de la iniciativa "SwimSafe"

La figura de la semana: Javier Costas Veiga, la vitamina gallega del Santa Olaya

Aficionado a correr por el monte e inquieto por naturaleza, ejerce de profesor asociado en Santander y se le cae la baba con su hijo

Javier Costas Veiga

Javier Costas Veiga / Mortiner

A Javier Costas Veiga, coordinador de programas del Club Natación Santa Olaya, su primer apellido le viene que ni pintado. Una de aquellas casualidades que, a juzgar por el desarrollo personal y laboral del susodicho, ni lo parecen. Porque a Javier le encanta la costa y, casi al mismo nivel, instruir sobre seguridad acuática. Un afán plasmado en la iniciativa "SwimSafe", que culminó hace unos días con una gran fiesta final en la playa del Arbeyal. El propósito del proyecto, ideado por Costas y su compañera Lola Cosio, estaba claro: concienciar a los escolares de la ciudad de los riesgos del agua. Se cumplió con creces.

Gallego de nacimiento, Javier Costas dio sus primeros pasos en Moaña, en Pontevedra. Como Iago Aspas. Llegó al mundo un 6 de diciembre de 1979 y desde bien crío se percibían en él los aires inquietos que hoy todavía le acompañan. Estudió en el colegio de Reibón y en el IES As Barxas antes de licenciarse en la Universidad de La Coruña en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. También obtuvo el título de Técnico Superior en Actividades Físicas y Animación Deportiva en el IES Monte Carrasco, en Cangas de Morrazo. Todo hacía presagiar que su futuro pasaba por un inexorable vínculo con el deporte. Y así ha sido. Sus padres, Albina y José Luis, aún viven en Moaña. Cuando puede, allí que se escapa Javier para recordar viejos tiempos y disfrutar de sus padres. Tiene una hermana cinco años mayor que él, Patricia, que sentía una envidia sana de Javier en la etapa académica por su facilidad para adquirir los conocimientos. Y eso que no parecía el chaval más aplicado al pupitre.

A Javier Costas le daba por el fútbol en Primaria. Se lo inculcó su padre. Un clásico. Los progenitores no albergan queja alguna del comportamiento de aquel niño que creció hasta convertirse en una marea de energía y entusiasmo. Actualmente reside en Moreda, frente al colegio Lloréu, con su mujer María Miranda y su hijo Aritz, de 3 años, que ha heredado el complejo de "terremoto" de su padre. No hay quien le frene. A Javier se le cae la baba con el crío y está más que involucrado con su crianza. "Persona vitamina" le llaman sus allegados. Una muestra del bien que hace Javier Costas en los demás. Sociable como pocos, se esmera en sacar la mejor versión de su entorno.

Nacido en Moaña (Pontevedra), posee el título de socorrista y creó una asociación para organizar eventos

El principal promotor de "SwimSafe" encontró trabajo al finalizar su etapa universitaria. Fue en Fuerteventura, en la gestión de servicios e instalaciones deportivas y como director técnico de piscinas municipales. Un cargo similar tuvo en Sevilla. En Gijón, fue por varios años coordinador del Servicio de Enseñanza de Actividades Acuáticas y Socorrismo en piscinas municipales. Hasta fue profesor de Educación Física en el colegio San Lorenzo, dando fe de su polivalencia a nivel docente. De hecho, es un arte que sigue cultivando. Compagina su oficio en el Club Santa Olaya con su labor como profesor asociado en la Universidad Europea del Atlántico, en Santander. Se va los miércoles y al día siguiente ya está de vuelta en su querido "Oly". A veces suelta que no podrá mantener el ritmo, pero ahí sigue.

Amante de las rutas y de unas carreras por el monte, Costas conoció a su esposa María por una amiga en común. El amor iba surgiendo entre las paredes de un bar de Oviedo, donde vivieron por una temporada. Se casaron en 2016, en Poio, un pueblecito de Pontevedra. En una ocasión llegó a casa procedente del Monte Naranco lleno de heridas, ganándose el cariñoso apodo de "cabra montesa". La pareja quedó marcada por sus viajes a Grecia y Madagascar. Se echaron al mochila al hombro y a descubrir el país africano que se marcharon.

El matrimonio se instaló en la ciudad poco antes de la pandemia, aunque Javier Costas ingresó en el Santa Olaya en 2017. Está enamorado de Llanes, donde también llegó a vivir con María. Le recuerda el concejo llanisco a su Moaña natal. Le tranquiliza. Prendado continúa del churrasco gallego y fascinado se quedó con la naturaleza de Gijón, donde está muy contento, haciendo lo que más le gusta y al ladito del Cantábrico. Si la cabra tira al monte, Javier Costas tira al mar.

Quienes tratan con él destacan de Costas su inventiva, su capacidad de pergeñar ideas y proyectos, como fue el caso del "SwimSafe", a todas luces un éxito para el casillero. El presidente de la entidad, José Enrique Plaza, enseguida vio el potencial del programa. Costas, que ha participado en maratones, desborda compañerismo. "¿En qué te puedo ayudar?" es una de sus preguntas estrella. En ese sentido, posee el título de socorrista. Su carácter extrovertido no está reñido con una prudencia de la que hace gala con sus seres queridos. La impulsividad no va con él.

Cuando no le encuentran al trote, a Javier Costas se le puede ver sobre el sillín. Compartir recorridos en bici con su hijo Aritz y su madre Albina es otra de sus pasiones. Su dinamismo le hizo incluso montar la asociación "Ánimo" para organizar juegos y salidas recreativas. Una vocación que promueve en el Club Santa Olaya, el centro de operaciones que vela, con Javier Costas al frente, por la seguridad acuática de los jóvenes de Gijón.

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