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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Tres cositas tres

La actualidad de la semana ha llegado entretenida

Aquí los hay muy subidos a la parra. Por ejemplo, unos cuantos ciudadanos, sedicentes directivos de una asociación de vecinos del Nuevo Gijón, no están conformes porque el Ayuntamiento le haya dado permiso al grupo Quirón para que construyan un hospital al final de la calle Dolores Ibárruri, no vaya a ser, proclaman, que entorpezca el futuro desarrollo del barrio: bendita sea su pureza, que diga, su visión previsora; y se quedan tan panchos sin que les dé vergüenza. Luego, un médico que se dedica a los negocios y tiene, entre otras inversiones, un hospital en Gijón desde hace poco, también echa su cuarto a espadas y se queja, eso sí, de manera más fina, por lo mismo que para eso es empresario. Al médico con hospital se le comprende la queja porque le brota una potente competencia, pero a los ciudadanos supuestos activistas vecinales no se les aprecia razón alguna para su quejido, salvo por hacerse notar, que no deja de ser lo más probable; cómodo y limpio: sólo requiere hacer un comunicado, hacer clic en el correo electrónico y esperar a que desde los medios te llamen al teléfono, porque la cosa funciona así, nadie lo dude. Y si luego los de la clínica te ofrecen por la cara un vale para un chequeo completo, pongamos por caso, miel sobre hojuelas.

La concejalía de Salud Animal –existente “de nomine”, pero se desconoce si “de facto”– parece que no anda muy diligente con las ayudas a quienes se preocupan de cuidar las diferentes colonias felinas de nuestra villa marinera. La primera vez que se visita Roma, da gusto contemplar que entre los restos arqueológicos del centro de la urbe pululan colonias de gatos y unos cartelitos en italiano e inglés que informan de que los mininos están bajo la protección del consistorio capitalino. En Roma, como en tantas otras ciudades civilizadas, se aplica el llamado plan CER (captura, esterilización, retorno) para que las colonias no crezcan desordenadamente y se atiende a los voluntarios que les dan de comer y cuidan de su estado de salud. Naturalmente, reciben por ello unas subvenciones de los ayuntamientos. Se dirá que aquí también, pero las escasas ayudas se reciben con mucho retraso, es decir, tarde y mal. Rara forma de entender el bienestar animal.

Ya hay otra posible celebración que añadir al deseo de que se nombre de aquí a unos años a la ciudad capital cultural europea; se trata de uno de los torneos tenísticos del circuito de la ATP. Por efecto colateral de la guerra contra Ucrania, se suspenden las pruebas en Moscú y por aquí ya se ha comenzado a “naguar” porque sean en nuestro pueblo. ¡Ay!

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