Condenados a segunda división

Raúl Suevos

Raúl Suevos

Andábamos un tanto subidos de moral últimamente con lo de la llegada del AVE a Asturias, que el señor Barbón señaló para mayo ante la dubitativa ministra del ramo; y si bien será un AVE de aquellas maneras, a la espera, vaya usted a saber para cuando, de la llegada de la infraestructura al término gijonés, sí que parecía darnos un soplo de esperanza después de tantos años. Es de suponer que aún más al dirigente socialista que con un ojo mira a las vías y con el otro al calendario electoral.

El Sporting entre disgustos, alegrías y decepciones, no parece que defina con claridad una senda que le lleve a cantar la ranchera mejicana de la primera división. Pero es que el mundo del fútbol es así, y aún con más claroscuros si nos vamos a contemplar el mundial actualmente en juego, donde unos y otros pasan de la risa al llanto con pasmosa celeridad. Una velocidad que no tienen las cosas de Asturias.

Acaba de ratificarse por parte de Europa la red global de comunicaciones ruteras de la misma y allí, para desgracia nuestra, y de algunos otros arrinconados, no se contemplan las autovías hacia Madrid, lo que nos deja sin acceso a los tan necesarios fondos europeos. Ye lo que hay, pero, sin contemplamos con atención el mapa de tales rutas, que han sido negociadas por el gobierno de la nación, salta a la vista que las regiones más privilegiadas son aquellas, sorpresa, que cuentan con fuertes partidos nacionalistas, o mejor independentistas, como es el caso de País Vasco y Cataluña.

El Noroeste, Asturias y Galicia, queda postergado, y alguno podrá pensar que la segunda paga las consecuencias de votar al partido opositor durante demasiados años, pero, en nuestro caso, siempre de dócil voto socialista, esta premisa no parece casar con tal idea. Tampoco hay consuelo para los aragoneses, también parroquianos del partido de Pablo Iglesias, el autentico, y que, pese a tener por el túnel de Canfranc una ruta directísima hacia Europa, con línea férrea incluida, tampoco ven sus anhelos colmados con la inclusión en tan deseada planificación europea.

Seguramente habrá muchas razones, así nos lo explicarán llegado el momento electoral, si es que algún pretendiente lo saca a colación, pero la realidad es tozuda y parece querer gritarnos que hay regiones que, combinando el mayor peso poblacional, que se refleja en representantes en las Cortes, y nuestro sistema electoral que prima la concentración del voto en determinadas áreas, dándole mayor valor al mismo, logran sistemáticamente que el gobierno de turno se vuelque en ellas en detrimento de aquellas que, obedientes y despobladas, languidecen en segunda división.

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