Neologismos para la esperanza

Culpa, desidia y temores en el subconsciente colectivo definen nuestras palabras del año

Maribel Lugilde

Maribel Lugilde

Apuesto por "ecocidio" como palabra de 2022 entre las doce seleccionadas por la Fundación del Español Urgente, Fundéu, entidad que conviene tener a mano si se valora el buen uso de la lengua castellana. Nació por una sana necesidad de la Agencia EFE para quienes escriben sometidos a la urgencia de la actualidad, pero ya hace tiempo que su labor trascendió los límites de los medios: su plantel de lingüistas responde consultas que interesan a cualquier hablante y escribiente. Cada diciembre, Fundéu escoge el término del año.

La búsqueda de esa palabra es una radiografía de las inquietudes colectivas que, a fuerza de ser expresadas, encumbran un término existente en el diccionario o, si se tercia, lo importan, componen o derivan: "seriéfilo", adicción a las series que lideró el ranking de palabras en 2019, "infodemia", sobredosis de información que hizo lo propio en 2020, o "sexdopaje", sexo practicado bajo el efecto de estimulantes, que compite este año.

Compruebo que "sexdopaje" es la segunda más votada en internet, después de "ecocidio", otro neologismo que, como he dicho, es mi apuesta y la de la mayoría. No tanto porque hayamos abusado del término como por su trasfondo, de diván de sicoanalista: el sentimiento de culpa por nuestra responsabilidad en la destrucción medioambiental. Salvo los abonados a teorías negacionistas autoexculpatorias, nos sentimos autores de un crimen contra la naturaleza. Es, en el fondo, un planteamiento de antropocentrismo suicida: al final, la naturaleza –alterada, sí– será la que permanezca. Sin nosotros.

La pandemia y la guerra en Ucrania han traído a nuestro decir y pensar otras palabras a las que hemos confiado miedos y estados de ánimo. El Diccionario Oxford decidió esta vez dejar a criterio de los hablantes de la lengua de Shakespeare el término del año y "globin mode" fue el elegido. No ha trascendido si coincide con el criterio de quienes decidían hasta ahora, los lingüistas, pero ¿quién no se reconoce en el "modo duende" postpandemia? Esa tentación por el confinamiento voluntario, físico y emocional; el abandono autoindulgente desde lo doméstico hasta lo laboral y social. Culpabilidad y desidia, mala combinación.

Por su parte, los japoneses han elegido este año "ikusa" como kanji o ideograma del año para resumir el sentir propio y del mundo. Significa "batalla" y aunque tiene clara referencia a la guerra en Ucrania, que sacude los terrores más profundos del subconsciente colectivo nipón, es también el presentimiento de problemas irresueltos que emergerán como nuevas amenazas.

Ecocidio e ikusa nos invitan al modo duende, pero ¿no les parece que merece nuestro esfuerzo construir otro universo léxico para 2023? Forzar nuestra realidad y nuestra disposición personal frente a ella; traer al diccionario neologismos para la esperanza.

Suscríbete para seguir leyendo