Esa señora

Acerca de las ideas, las ideologías y Elda Mata

Jesús del Campo

Jesús del Campo

Un amigo socialista me contaba hace años el asombro que le produjo oír a Iván Redondo decir que él creía en las ideas, no en las ideologías. Aquel asombro, teñido de una alarma muy razonable, tiene motivos para seguir en pie: el señor Redondo, felizmente desembarazado del peso de las ideologías, no para de alumbrar ideas favorables a la iniciativa sanchista de, dicho muy en resumen, estafarnos a todos para beneficiar a unos pocos. Apelar a la grandeza del perdón es muy resbaloso: perdonar al ofensor implica humillar al ofendido. Es cansino desmontar el raquitismo intelectual de Sánchez y sus fans; se hace evidente que, de Zapatero en adelante, el PSOE empezó a tener dudas doctrinales tan serias que, a día de hoy, preguntas si Nicolás Maduro es más de izquierda que Willy Brandt y en el partido socialista se ponen nerviosos. No es hora de manifestaciones, es hora de las instituciones, proclama Salvador Illa: otro pasmo. ¿De qué instituciones y representadas por quién?

Frente a los balbuceos de las terminales mediáticas de los poderes claros (las de los poderes oscuros ya fueron denunciadas por Sánchez brillantemente) llama la atención la figura señorial de Elda Mata que, combinando decoro expresivo, solidez de argumentos, coraje cívico y sentido común, llama a la gente a enfrentarse a un atropello. Acostumbrado uno a las torpezas enojosas de, por poner un ejemplo, esa pintoresca portavoz del gobierno que no sabe hablar, el empaque de la señora Mata es un exotismo. Estaríamos en otra situación si hubiera más gente así. Pero el gobierno actual huye de la inteligencia como de la quema. Cultivar actitudes críticas que no se reduzcan a la sumisión al gran líder dispensador de cargos es un riesgo: instruir a los receptores obligaría a elevar el tono moral del mensaje y esta chapuza de Waterloo quedaría en evidencia.

Es obvio que el empobrecimiento doctrinal derivado de Zapatero y sus más o menos secretas inclinaciones antifelipistas llevó al PSOE a una pérdida de nervio cívico tan inmensa- y tan penosa para quien vio algo mejor- que no hay forma de articular un mensaje que, en nombre de los principios básicos de la socialdemocracia, se rebele contra la humillación que sufrimos. La charlatanería y el oportunismo se han hecho con los mandos del partido; es indispensable que alcen su voz los socialistas que detectan esa actitud. No sabe uno cómo colará, en la Europa heredera de Shakespeare y Descartes, que Elda Mata es facherío y los de Junts progreso. El PSOE actual ha apostado claramente por tintes caudillistas enemistados con principios básicos de la UE; ese error político se hará pronto insostenible. En fin, a ver quién dice qué.

Suscríbete para seguir leyendo