Opinión

Plazos seguros para la estación

Vídeo: Así será la nueva estación intermodal de Gijón para buses y tren

A. F. V.

La llegada a Gijón de un ministro de Transportes (o, en su defecto, como en este último caso, de un secretario de Estado) con una infografía debajo del brazo es una escena que resulta muy familiar para los gijoneses desde hace dos décadas. De hecho, es probable que se necesitase buena parte de la Universidad Laboral para poder exponer todos los dibujos, planos y proyectos que han ido copando la atención mediática de la ciudad en los últimos años. Una fiebre que no solo afecta a los políticos llegados desde Madrid. También la padecen los representantes del Gobierno regional, aunque de manera más dosificada, y no hay partido de la Corporación actual que no haya dado rienda suelta a su imaginación desde las pasadas elecciones de mayo. Sí es cierto que el nuevo diseño desvelado por José Antonio Santano en la reunión del pasado lunes del consejo de Gijón al Norte ha caído de pie en la ciudad, aglutinando un apoyo mayoritario. Igual que ha ocurrido con el borrador del gobierno local para el aprovechamiento de los terrenos liberados del plan de vías para convertir el Solarón en un gran corredor verde. Pero los antecedentes son los que son y es difícil que Gijón confíe en las promesas y diseños. ¿Por qué ahora sí va a ser?

La mejor opción que tiene Transportes, una cartera ahora liderada por Óscar Puente, jefe de Santano, para ganar credibilidad con los gijoneses más pronto que tarde es que el derribo del viaducto de Carlos Marx y la adecuación de la playa de vías en ese tramo cumpla los plazos fijados en la reunión de esta semana en la Casa Consistorial. En concreto, el proyecto estará antes de que acabe este año y se va a licitar en el segundo semestre del 2025. Cualquier demora en ese compromiso, arrancado por el gobierno local durante el consejo de Gijón al Norte, servirá para cambiar la impresión en la ciudad del "Ministerio de los Incumplimientos".

Al tiempo, y más allá de los lucidos dibujos, se debe llevar a cabo toda la tramitación correspondiente para que la estación intermodal sea una realidad antes de que pasen otras dos décadas y que así los gijoneses (y turistas, claro) dejen de ir a coger sus trenes y autobuses debajo de un tendejón. De este punto de partida ahora desvelado por el nuevo equipo del Ministerio falta ir despejando las incógnitas y completando los deberes para que ningún traspiés administrativo pueda demorar el objetivo. Nada puede fallar para que en 2026 se pueda licitar unas obras que durarán varios años. Parece ser también que en pleno verano, en el mes de julio, se conocerá el coste de la estación intermodal, lo que añadirá otro caballo de batalla como es lograr la financiación correspondiente para pasar del lienzo al terreno toda la infraestructura diseñada. El importe de la factura, que podría llegar incluso a los 500 millones de euros, de ninguna forma puede frustrar el objetivo de convertir la mayor parte del Solarón (a excepción de la hilera de edificios en Mariano Moré) en el gran parque que el centro de Gijón necesita. Más aún teniendo en cuenta que este proyecto en ciernes debe encajar como un guante en el plan de Naval Gijón. Para eso es necesaria una buena previsión, trabajo conjunto y cumplir los plazos.