Cada vez más tardías y no necesariamente casadas: así son las mamás asturianas en la actualidad... ¡Y felicidades a todas ellas!

"Es mentira que las mujeres no quieran tener hijos, lo que pasa es que la situación no se lo permite", advierte la socióloga e investigadora Aroa Tejero, que habla de inestabilidad económica y laboral para explicar la baja natalidad en el Principado

Cada vez más tardías y no necesariamente casadas: así son las mamás asturianas en la actualidad... ¡Y felicidades a todas ellas! Noticia

Cada vez más tardías y no necesariamente casadas: así son las mamás asturianas en la actualidad... ¡Y felicidades a todas ellas! Noticia

"Es mentira que las mujeres asturianas no quieran tener hijos. Quieren tenerlos, pero la situación no se lo permite. La brecha entre hijos deseados y los que finalmente se tienen es de las más altas de Europa". Aroa Tejero es profesora de Sociología en la Universidad de Oviedo y desde hace tiempo estudia el cambio en las tendencias de natalidad entre las mujeres asturianas, un fenómeno que en los últimos años ha experimentado un aumento de la edad media de las madres en la región. Con motivo del Día de la Madre, LA NUEVA ESPAÑA analiza este nuevo perfil que nada tiene que ver con el que presentaban las mujeres con hijos hasta finales del pasado siglo.

Entre los datos que llaman la atención es que cada más mujeres deciden emprender la maternidad en solitario o sin falta casarse. En 2021 las mujeres en esta situación superaron por primera vez a las otras, según Sadei. Por edad también hay cuestiones llamativas.

En 2022, casi el 50% de las mujeres que dieron a luz lo hicieron después de cumplir los 35 años. La edad media en el Principado ha alcanzado los 32 años, mientras que en los años noventa era de 26. Las razones, según Tejero, apuntan a motivos económicos y laborales, principalmente. La clasificación europea de madres con una edad media de natalidad más alta la encabeza Galicia, con el 48,5% de hijos de madres mayores de 25 años. Asturias, por su parte, le pisa los talones con el 46,4%. Por detrás, Cantabria y País Vasco. La cifra asturiana casi duplica la europea (26,9%).

La socióloga explica que el del Principado está catalogado como caso de "baja o muy baja natalidad". Sin embargo, incide en que existe mucho contexto tras las cifras y habla de "la brecha" entre hijos deseados y los que realmente se tienen. "En Europa, por lo general, la tendencia es querer tener dos hijos. Sin embargo, en Asturias no alcanzamos a uno. Hay que preguntarse por qué sucede eso, incidir en los factores", recalca. Y añade: "Las razones que encontramos justifican por qué, además, se tienen muy pocos segundos hijos a diferencia del resto de países".

En concreto, la socióloga se refiere a factores financieros como principal causa. La incertidumbre económica y la inestabilidad laboral provocan que las mujeres pospongan sus planes de ser madres hasta poder alcanzar una seguridad de cara al futuro. "Nuestros padres, con menos edad (de 35 años) ya tenían estabilidad y podían hacerse un plano de cómo sería su vida. Las generaciones actuales lo tienen más complicado", afirma. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2018, el 23 por ciento de las mujeres que no tenían hijos, aseguraron que se debía a motivos económicos. Sólo el 18 por ciento respondió que no quería tenerlos.

Por otro lado, Tejero pone sobre la mesa la emancipación del hogar familiar, concretamente, la dificultad para lograr acceder al mercado inmobiliario y hacerse con una vivienda. En 2023, la edad media de emancipación en Asturias era de 30,3 años y, en los casos de las personas que vivían solas, destinaban casi el 80 por ciento de su salario. "La decisión de tener descendencia no se trata sólo de tener trabajo, sino de que te permita vivir", señala. Además, pone el foco en la dilatación de la formación de la pareja, que ha crecido en las últimas tres décadas por los nuevos estilos de vida. "En otras épocas, los cónyuges se formaban antes, sin embargo, ahora valoramos más nuestro tiempo, se tarda más en tener pareja, se tiende a tener más y la madurez de estas de cara a tener el primer hijo se alcanza a edades más tardías".

Como última razón, Tejero apunta a una reclamación cada vez más constante como son las políticas de conciliación familiar, que permitan compaginar la vida laboral y familiar. "Que las mujeres no tengan políticas que les permitan tener un trabajo estable para mejorar en sus carreras, probablemente sea un factor que derive en que retrasen la fecha de tener hijos", advierte.

Estas tres razones, explica Tejero, eran señaladas por más del 50 por ciento de mujeres en la encuesta del INE de 2018. En plena celebración del Día de la Madre, Tejero y las cifras de las encuestas invitan a reflexionar sobre la necesidad de aplicar cambios en la realidad de la sociedad asturiana para revertir la situación actual.

Juan Quirós y Marta Iglesias, con sus hijos Pepito, Ignacio, Juan y Pedro.

Juan Quirós y Marta Iglesias, con sus hijos Pepito, Ignacio, Juan y Pedro. / LNE

"Cada niño es una celebración; se puede compaginar todo, el caso es organizarse"

Marta Iglesias es gijonesa, emprendedora y madre de cuatro niños, todos varones. La suya es una familia numerosa y no le hubiese importado tener un quinto. "Me sentí muy apoyada por mi entorno, cada niño era una celebración, especialmente por mi madre, que es viuda y sus nietos le dieron la vida", relata Iglesias. Ella y Juan Quirós, su marido, se conocieron a través de un primo de Iglesias. "Siempre supe que quería ser madre, aunque no tenía planeado el número ni nada de eso", explica. 

Adaptar su vida al primero fue lo más complicado por las preocupaciones que supone ser madre primeriza. "La primera vez que bañé a mi hijo mayor éramos cuatro", relata entre risas. "Una con el jabón, otra con la esponja, otra con la toalla y yo con el bebé. El segundo lo bañé yo sola y el tercero casi solo…", bromea. Por eso, para Iglesias sin lugar a dudas "es más complicado tener el primero que cuatro, por el desconocimiento y la inexperiencia". 

Respecto a los gastos que supone criar a cuatro hijos sí es cierto que en su caso "todo se multiplica por cuatro". Y en ese aspecto no siente que el Principado apoye a las familias numerosas. "Está la tarjeta de familias numerosas, que hace rebajas en agencias de transporte o algunos establecimientos de comida rápida, por ejemplo, sin embargo, para conseguir esos descuentos hay que ser miembro de la Asociación de Familias Numerosas pagando una cuota anual". Un aspecto cuanto menos "curioso" si se tiene en cuenta que la de Asturias es una población en su mayoría envejecida. "Tampoco dan facilidades a las madres jóvenes", lamenta. 

Ni cocinar en cantidad, ni lavar montañas de ropa o jugar horas y horas con los más peques... Para Marta Iglesias la tarea más complicada es "educar bien, enseñarle valores a mis hijos como el respeto, la generosidad o el amor al prójimo, especialmente en una sociedad que busca lo contrario". Ocupa las 24 horas del día pero que no absorbe. "La maternidad se puede compaginar con el trabajo o los hobbies sin problema, el caso es organizarse", explica. Los suyos son la natación, leer y confeccionar bolsos. Éste último va ligado a su pequeño emprendimiento de venta online. 

"Lejos de quitarte tiempo creo que tener más hijos es algo muy bonito porque aprenden a ayudarse entre ellos, los mayores siempre les echan una mano a los pequeños. Por ejemplo, mi hijo mayor tiene 20 años ya y carnet de conducir, así que muchas veces lleva a los pequeños a los entrenamientos de fútbol, también se ayudan con los deberes y lo comparten todo", concluye.

Ana González, con su hijo Álex.

Ana González, con su hijo Álex. / LNE

"No tenía pareja, pero tampoco lo necesitaba; fue la mejor decisión de mi vida"

Ana González Mielgo decidió un día que quería ser madre, «pero no tenía pareja, pero tampoco la necesitaba», cuenta al otro lado de la línea telefónica. Teniendo todo claro, tomó «la mejor decisión de su vida». Y de esa decisión nació Álex Mielgo, que es su hijo. «Tiene cinco años… ¡cómo pasa el tiempo!», exclama a la vez que confirma que sí, que pese a las dificultades que ha encontrado a lo largo de este primer lustro de vida de su guaje, lo que tenía que hacer es lo que finalmente hizo. La avilesina –lo es, de la cosecha de 1979- es guía turística. Es autónoma y lo es, precisamente, para poder criar a su hijo sin necesidad de pedir permisos cuando el niño está malo o hay que ir al médico. «Quise ser madre y estudié la mejor manera de cumplir este deseo teniendo en cuenta las dificultades que sabía que me iba a encontrar», señala. Esas dificultades, en resumen, van «de todo, la mitad». Baja paternal, familia más cercana… «O sea, en una familia de padre y madre, el recién llegado aporta ocho meses de baja: los cuatro del padre y los cuatro de la madre. En mi caso sólo vinieron estos últimos», reconoce sin acritud. «Álex tiene solo una abuela», apunta sobre la ayuda prestada del entorno más cercano. Pero no se queja. «Lo sabía cuando tomé la decisión de tener a mi hijo en soledad», señala. Sucedió, por ejemplo, que el guaje nació a finales de 2019. «Luego vino la pandemia. Y siendo mala, porque fue mala desde el punto de vista económico, tuvo una cosa buena: más cercanía con mi hijo». Ella no pudo trabajar durante el confinamiento. «Tuve que tirar de los ahorros», señala. «Lo pasé mal. Pero a la vez, gané dos meses y pico más cercanía con mi hijo -veinticuatro horas seguidas- porque a los cuatro meses de baja le sumé el tiempo de encierro», apunta. «Era muy pequeño: podía salir de casa a comprar con él con la documentación adecuada, en eso no encontré mayor problema», añade. En lo de poder trabajar sí: «Que digan lo que quieran, pero el turismo tardó en volver». 

Después encontró la ayuda oficial. «En Avilés hay mañaneros, hay comedor en el colegio, hay actividades extraescolares… pero mi trabajo depende de los descansos del resto, es decir, que para mí un domingo es un día laborable. A veces tienes que plantearte si contratar a alguien que atienda a tu hijo compensa por el dinero que vas a ganar ese día», apunta Ana González. 

Pero, en todo caso, y pese a las dificultades, la avilesina no es de lamentarse. A lo más que llega es a admitir que las ayudas que ofrece el Ayuntamiento de Avilés «podían estar mejor» porque, «con dificultad», Ana González y su hijo Álex salen adelante día a día. Y tan felices.

La tapiega Marta Alonso con su hija Alba en brazos.

La tapiega Marta Alonso con su hija Alba en brazos. / T. Cascudo

"En la treintena noté la presión del ‘para cuándo, pero la madurez ayuda"

La tapiega Marta Alonso se estrenó en la maternidad con 42 años recién cumplidos. Siempre tuvo claro que quería ser madre, pero las circunstancias de la vida dilataron el proceso más de lo previsto. Sin embargo, ni se arrepiente, ni nota juicio social alguno por haber retrasado este momento vital, que ahora disfruta con la madurez y calma que, sostiene, dan los años.

Alonso acaba de incorporarse al trabajo tras la baja maternal y explica que quizás notó más presión en la treintena, cuando sus amigas empezaron a quedarse embarazadas. "Ahí sí que te preguntaban más eso de ‘para cuándo’ y me llegaron a hacer el comentario de ‘se te va a pasar el arroz’, pero después creo que las personas cercanas dieron por hecho que no los quería tener. La gente lo asumió sin que yo lo hubiera dicho nunca", apunta esta mujer, que considera que hay que ser cautos siempre a la hora de preguntar por qué no se tienen hijos.

"Llegó un momento en el que me dije a mi misma que iba a disfrutar de la vida y que si llegaban los hijos, llegarían. Decidí dejarme llevar a ver qué me deparaba la vida", relata. Su momento más crítico llegó a los 38 años, cuando fue a revisar un mioma en el útero detectado tiempo atrás. "La ginecóloga me dijo que había que tomar decisiones porque el mioma había crecido y quizás podría darme problemas si quería tener hijos. Entonces tenía que decidir entre extirparlo o dejarlo y probar suerte. Decidí quitarlo y justo se nos vino la pandemia encima. Ese fue el momento en que me sentí más presionada", explica.

Tuvo suerte y todo salió bien. Se extirpó el mioma y logró quedarse embarazada con rapidez y dar la bienvenida a la reina de la casa, la pequeña Alba. "No me arrepiento de haberlo hecho así, pero reconozco que tuve suerte", cuenta, al tiempo que es consciente de las limitaciones de la edad. Por un lado, echa cuentas y sabe que cuando su hija tenga 17 años, ella y su pareja ya estarán rondando los 60 años. Por otro lado, sabe que la edad también cuenta para los abuelos de Alba, que, aunque están en buena forma, ya superan los 70 años, lo que limita a largo plazo sus posibilidades de ayudar. "En el lado bueno de la balanza está que la madurez ayuda y no me agobia eso que te dicen de que pierdes tu libertad al tener hijos. Hacía ya la misma vida antes de tener a Alba. Llegó en un buen momento y quizás lo único que he tenido que aplazar temporalmente son los grandes viajes que hacía antes de tenerla", relata al tiempo que reivindica la necesidad de alargar las bajas de maternidad y también aumentar las ayudas a las familias.

Carla Huerta, con Mercedes Sánchez en brazos y, detrás, Guillermo.

Carla Huerta, con Mercedes Sánchez en brazos y, detrás, Guillermo. / Marcos León

"Tuve suerte y no tuve que esperar; mis amigas aún no tienen trabajo estable"

La gijonesa Carla Huerta Migoya siempre supo que quería ser madre y, a sus 29 años, tiene ya dos: al pequeño Guillermo Sánchez, que tiene dos años, y a Mercedes, que nació hace menos de un mes. "Me gustaría seguir ampliando la familia", adelanta. La joven estudió Comercio Internacional y ahora es, también, graduada en Magisterio. Gracias a su primera carrera, y tras lograr la oportunidad de realizar sus prácticas en Cantabria, encontró trabajo apenas recién salida de la facultad en una empresa de telefonía, donde hoy continúa. Encontró allí, también, a su marido, Víctor Sánchez, que acabó de motivar su decisión de quedarse en la comunidad vecina. Pero vive con medio pie en Asturias, donde también trabaja en un negocio familiar de apartamentos turísticos en la parroquia de Porceyo. Trata ahora de impulsar un negocio similar en Cantabria y, a la vez, se prepara las oposiciones de maestra. "Parece que hoy la maternidad está como mal vista, como que te obliga a dejar de hacer muchas cosas, pero yo ya sabía que no iba a salir de fiesta todos los sábados y no me disgusta. La maternidad implica momentos duros, pero lo positivo está siempre muy por encima de estar cansada", defiende.

Huerta entiende que sus circunstancias fueron especialmente propicias. "Me coincidió tener un trabajo estable siendo aún muy joven y conocer a mi marido, con quien llevo dos años casada. Así pudimos empezar a construir. Nuestro proyecto, ahora, es poder irnos de la ciudad y hacer nuestra casa familiar en Santillana del Mar junto a tres apartamentos turísticos", detalla. Ella supervisa, junto a Sánchez, esta obra, y todo ello mientras sigue trabajando, estudiando y criando a dos niños. Conciliar es más fácil cuando está en Porceyo, porque la ayuda su familia. "Llegas hasta donde puedes", dice, y pone un ejemplo: siempre creyó que jamás expondría a sus hijos a las pantallas hasta pasados unos años y ahora sí cede a veces a que Guillermo vea algún dibujo animado en el móvil para pasar el rato. Sacar las oposiciones, cree Huerta, facilitaría las cosas. "Me gusta mucho la idea de ser maestra, pero también poder tener los mismos horarios y vacaciones que ya tienen mis hijos", detalla. "Tampoco esperé a tenerlo todo para ser madre porque no me hizo falta esperar por mi casa ideal ni el trabajo perfecto, pero sé que tuve suerte, porque muchas de mis amigas no han tenido aún un trabajo estable y sé que yo estoy haciendo cosas que ellas por ahora no pueden. He sido un caso raro", añade.