Ex gerente de la ciudad tecnológica de Valnalón, es impulsor del programa de formación de emprendedores

Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

El Partenón levantado por el Pericles de Ferroñes no tiene imponentes columnas ni refinados frisos. Ocupa una antigua fábrica siderúrgica de La Felguera, pero se ha convertido en un templo para los emprendedores de dentro y fuera de la región. En los 23 años que José Manuel Pérez, Pericles, estuvo al frente de Valnalón, más de 330.000 estudiantes se formaron gracias a los programas elaborados desde la ciudad tecnológica langreana. Jubilado el pasado verano, Pérez, que recibió un homenaje por su labor el pasado viernes, no tiene la menor intención de dejar de hacer cosas.

-¿Cómo lleva el retiro?

-Una persona jubilada no tiene por qué dedicarse necesariamente a ver obras y pasear por el parque. Si está bien físicamente debe intentar seguir aportando a la sociedad lo que pueda. Actualmente, doy una media de tres charlas al mes. Colaboro en el campus de Gijón como tutor de emprendedores y estoy impulsando un proyecto en la Politécnica de Madrid y en Gijón para tratar de que los universitarios hagan proyectos técnicos fin de carrera para resolver problemas en el Tercer Mundo. Además, hago temas de cooperación al desarrollo y pienso dar cursos a ONG sobre todo en temas del apoyo a emprendedores.

-La crisis aprieta y los fondos mineros se demoran, ¿cómo puede afectar ese atasco?

-No entiendo cómo se pueden llevar tres o cuatro años de retraso cuando hay proyectos y un dinero comprometido para ejecutarlos. Todo el mundo se queja, pero, como mínimo, alguien tendrá que decir quiénes son los culpables. Estamos en un etapa muy difícil, pero con un componente que yo no había vivido en otras crisis. Que no haya financiación para empresas rentables no me encaja por ninguna parte. Los gobiernos apoyan a los bancos para que no quiebren y esos bancos, cuya función es dar créditos a las empresas para que no caigan, no lo hacen. No obstante, no debe cundir el desánimo porque, aunque haya empresas que cierren, vendrán otras. Así funciona la economía.

-¿Habría que orientar las ayudas empresariales de los fondos hacia las pymes?

-Los fondos mineros para empresa siempre estuvieron mal orientados. Lo primero que tenía que haber hecho Industria es un estudio de mercado para saber qué tipo de empresa había en cada territorio y dónde debían ir las subvenciones. Generalmente las ayudas siempre fueron pensadas para compañías más grandes de las que se dieron en Asturias. La cuestión se arregla analizando qué tipo de empresas son las que se crean, no las que se imagina Industria y todos los gobiernos, incluso el regional, que se debieran crear. Quizá sea más eficiente lo que se hizo con capital semilla y naves nido.

-La población sigue cayendo y el paro está en máximos históricos pese al dinero gastado, ¿se ha dejado escapar el tren?

-En el Nalón hay dos cosas que no hay en otros sitios, como el caudal, por ejemplo. Persiste un sector industrial muy potente, que no murió, y el sector de las nuevas tecnologías. Hubo una empresa que le fue mal pero hay otras que están yendo bien y que van a seguir así. La concentración de empresas TIC que hay aquí no la hay en otras partes. Eso seguirá creciendo si sigue haciendo una política de búsqueda de empresas, aunque yo no limitaría esa búsqueda a España. Hay que ir a por ellas a Londres o a París. Los ingenieros de la Universidad de Oviedo y los titulados de FP de la región tienen unas calificaciones de primer nivel mundial. La materia prima la tenemos. Hay que buscar empresas de fuera que la necesiten y que puedan ahorrar dos tercios del coste de tener las instalaciones en Inglaterra a tenerlas aquí.

-¿Hacia dónde debe mirar Asturias para construir su futuro?

-Hay un sector, el agroalimentario, con muchísimo potencial. En Asturias no paramos de llorar y tenemos probablemente la mejor imagen a nivel nacional como gente y como paisaje, y eso ayuda a vender un producto. También tiene mucho que decir la industria, las TIC, las energías renovables o el turismo, que ya representa el 11% del PIB regional. No podemos pensar en sustituir la minería o la siderurgia por una sola actividad. Hay que apoyarse en muchos «pocos».

-Los políticos asturianos, ¿tiene más de funcionarios o de emprendedores?

-Hablar en general es complicado. En una época como la actual habría que medir por la capacidad de riesgo. Los animales políticos que duran siempre seguramente son los que no arriesgan nunca, y no estamos en una etapa para no arriesgar. Un político tiene que funcionar como si fuera un gestor, con toda la responsabilidad que eso conlleva. Por decir algo. No conozco los entresijos, pero en una empresa privada nadie te iba a permitir que la inversión en El Musel se multiplicara por 1,5. Cuando ven que va a pasar del 10 por ciento te echan, antes de preguntarte si tienes la culpa.

-¿Afecta en el estancamiento que no haya un relevo generacional en las esferas de poder?

-La gente de mi generación no nos enteramos de lo que está pasando. Tenemos que decir que sí, que sabemos donde está la salida, pero lo no sabemos, La revolución de los últimos treinta años es tal que no somos capaces de asumirla. Y no es cuestión de no intentarlo. En cuatro o cinco años habría que llevar a los gobiernos de todo a gente de 40 años y en otros cinco años a gente del entorno de los 30. Ahora estamos en un cambio de era. Mi generación tiene mucha experiencia y la solución de todos los problemas para una era que ya no existe.

-¿Qué no encontraremos más allá de la crisis?

-Saldremos arriba igual que salimos de otras, aunque ahora habrá que transformarlo todo. Sí hay que hacer una reforma profundísima de la educación. No podemos seguir con el 30 por ciento de fracaso escolar y quedarnos tan tranquilos.

«Los políticos que duran siempre son los que no arriesgan nunca, y en la etapa actual hay que arriesgar»

«Un político debe funcionar como un gestor. En una empresa nadie te permitiría que la inversión en El Musel se multiplicase por 1,5; si pasas del 10%, antes de preguntarte, te echan»

«No entiendo cómo se pueden llevar tres o cuatro años de retraso en los fondos si hay proyectos y dinero»