Opinión

Antes de la cuarta dosis, más información

Análisis de la propuesta de aplicar un refuerzo a los mayores de 80 años

Aplicar la cuarta dosis de la vacuna del covid-19 a los mayores de 80 años es la unica medida adoptada por el Gobierno del Principado ante la que tengo algunas dudas o sentimientos encontrados. No estoy seguro de que logre el objetivo de reducir la vulnerabilidad en ese grupo de edad.

Sería muy conveniente disponer de un análisis pormenorizado de los casos hospitalizados y de las defunciones para entender mejor quiénes están siendo particularmente vulnerables y cuál es su estatus vacunal. Para saber cómo actuar de la manera más eficaz y más focalizada necesitamos conocer más detalles de quiénes están experimentando los repuntes.

Sería necesario conocer no solo el perfil de edades de los nuevos casos registrados, de los hospitalizados y de los fallecidos, sino también la historia de vacunacion y de infeccion natural, qué proporción hay de reinfecciones, qué información tenemos sobre las variantes que están causando los repuntes...

Por supuesto, también resultaría ideal contar con estudios de decaimiento de la inmunidad en personas de distintas edades que ya tienen una tercera dosis de refuerzo, con el fin de determinar si una cuarta dosis es realmente necesaria o no. Pienso que las Consejerías de Sanidad y de Ciencia deberían proponerse un estudio al respecto para tener bases más solidas sobre las que decidir en torno a la cuarta dosis.

Hasta ahora, la evidencia disponible no muestra que pueda agregarse mayor protección con una cuarta dosis, y menos planteada como una estrategia aplicable a la población general.

Por el momento, tenemos recomendaciones encontradas: una de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que aprueba la cuarta dosis para mayores de 80 años y para personas inmunodeprimidas; y dos, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Ponencia de Vacunas, que no lo hacen. Hay algunos pocos países que han optado por aplicarla a mayores de 60 años.

Lo que realmente necesitamos son nuevas formulaciones de vacunas que protejan contra las nuevas variantes. En estos momentos, no sabemos bien si los repuntes son atribuibles a una sola causa o a varias juntas. Desconocemos en qué medida se deben a un decaimiento de la protección inmunitaria en personas con tres dosis, especialmente mayores de 80 años. Desconocemos también la penetración de la variante XE o de la ómicron silenciosa, o de ambas, que escapan sustancialmente a la eficacia vacunal y a la protección de infecciones anteriores con otras variantes. Desconocemos los datos de infecciones o reinfecciones en personas sin cobertura de pauta completa (dos dosis).

Por supuesto que no aislar positivos asintomáticos, no realizar suficientes pruebas diagnósticas y quitar las mascarillas en espacios interiores acelera los contagios en cualquiera de las tres circunstancias.

Si la causa fundamental no es el decaimiento de la protección inmunitaria, la aplicación de una cuarta dosis a mayores de 80 años y a residentes de centros geriátricos no tendría un gran impacto.

Ante la presencia de la variante XE o de la ómicron silenciosa, lo fundamental serían las medidas de proteccion no farmacológicas hasta el advenimiento de nuevas formulaciones de vacunas.

Si la causa son las infecciones o reinfecciones en personas sin pauta completa, más que cuartas dosis la tarea sería completar las pautas en adultos y en niños, y avanzar más con las coberturas con tercera dosis.

En síntesis, pienso que la cuarta dosis en personas de más de 80 años y en residentes de centros geriatricos es, a lo más, una estrategia puente mientras disponemos de nuevas formulaciones de vacunas.

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