Opinión | Sol y sombra

Regeneración: ¿un bulo más?

Si todo ello no formase parte de una monumental impostura y las palabras del presidente del Gobierno no tuviesen el mismo efecto que el de la lluvia cayendo sobre el mar, la regeneración política que plantea Pedro Sánchez debería empezar por el fiscal general tras los sucesivos varapalos que le propina la justicia por sus insistentes actuaciones marcadamente sectarias. El Supremo ha anulado ahora el nombramiento de la que fue su jefa, Dolores Delgado, como fiscal de Memoria Democrática. En noviembre, García Ortiz ya había sido condenado por "desviación de poder" por el mismo alto tribunal, después del intento de recolocarla en la Sala de lo Militar. La insistencia del Fiscal parece no tener límites aunque sí su autoridad que está siendo minada día a día gracias a una conducta reprobada y reprobable. Mientras crece la desconfianza en las instituciones, Sánchez no ha tenido inconveniente en promocionar como consejero de Telefónica al coautor del libro sobre su polémica tesis. Hay que preguntarse si es esta la regeneración que propone el presidente del Gobierno en su lucha contra la famosa "máquina del fango". Parole, parole, parole: todo avanza en sentido contrario a lo que indican las agujas del reloj propagandístico programado desde Moncloa.

Se habla de una necesidad perentoria de limpieza política y entretanto el Gobierno no deja de aplicar el dedazo en las instituciones. No hay una que no esté penetrada por militantes y afines. Mientras, su portavoz se desentiende de comentar los casos de arbitrariedad de García Ortiz diciendo que de ello quien tiene que responder es exclusivamente la Fiscalía General, cuando el titular de la misma no ha hecho otra cosa que caracterizarse por su servilismo hacia el Ejecutivo. Tampoco podemos esperar de sus comparecencias sin preguntas que Sánchez explique lo que para él significa en realidad la palabra regenerar. Ni siquiera cuando quienes le entrevistan son periodistas orgánicos y decide salirse por los cerros de Ubeda reinterpretando el bulo, que él domina como nadie, por bulerías.

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