Opinión

Disfrutar del día sin excusa

El Día Internacional de los Museos se celebra hoy con la idea de reforzar el papel educativo, investigador y de desarrollo del pensamiento crítico a partir de los discursos de estas instituciones.

Como ya dijera hace casi tres siglos el padre de la museología moderna, Caspar Friedrich Neickel, el museo es un lugar destinado a las mentes despiertas, es decir, a estimular la creatividad y el conocimiento para huir de la desidia y el conformismo que la modernidad ha venido a imponer. Los museos ya no son lugares exclusivos para eruditos que contemplan y estudian con rigor las obras de arte. Ya no son solamente eso. Los que nos dedicamos a estudiar estas instituciones y a trabajar en ellas sabemos que los museos solo pueden subsistir si existe, a su vez, un público que acude a visitarlos con el entusiasmo e interés con que los profesionales ponemos las colecciones al servicio de todos ellos.

Las obras de arte conservadas a lo largo de los siglos gracias a la corona, la nobleza, la burguesía, gracias a pueblos legendarios y a grandes e incluso a desconocidas e ignoradas civilizaciones y seres humanos, nos han permitido, no solo aprender de otros, sino favorecer el conocimiento de la realidad en la que vivimos y establecer juicios más críticos de la realidad. La curiosidad, el conocimiento, la cultura y la educación contribuyen a formar personas más libres, más tolerantes, menos sectarias y más bondadosas con los otros.

No podemos obligar a nadie a que visite un museo, pero sí podemos poner todos los medios para que, cuando atraviese las puertas de lo que los antiguos clásicos llamaban "museion" (templo de las musas), tenga las herramientas que le permitan comprender y reflexionar sobre las realidades, vidas y hechos que allí se narran.

Los museos no son nunca lugares asépticos, objetivos, imparciales. Transmiten ideas atendiendo a quién o quienes desarrollen el ya famoso relato. ¿Qué queremos contar y cómo vamos a hacerlo? Por eso estas instituciones son especialmente susceptibles de ser instrumentalizadas al servicio de discursos que poco o nada tienen que ver con la realidad. El museo se convierte, así, un elemento educativo esencial que debe completar la enseñanza formal y reglada, pero formar significa siempre influir, opinar, mostrar otras realidades. El museo debe ser un instrumento al servicio de toda la sociedad y debe ser altavoz de la comunidad. Un lugar de encuentro, de conocimiento, de curiosidad y de pensamiento. Debe ayudarnos a dudar y a hacernos preguntas. En eso estriba la labor de los profesionales de los museos. En mostrar un mundo globalizado, abierto a todos, a veces opresor, tirano y confuso, otras generoso, mitificado, imposible. Así ha sido a lo largo de los siglos el ser humano y el museo es el mundo a pequeña escala.

Para muchos puede que estas instituciones sigan siendo lugares aburridos, con demasiada y compleja información y, en definitiva, una pérdida de tiempo. No todos han avanzado al mismo ritmo y no es fácil cambiar en pocos años el funcionamiento de instituciones tan sólidas y asentadas. Sin embargo, el esfuerzo que se ha venido realizando en estos últimos tiempos es absolutamente asombroso. Se ha mejorado la accesibilidad física y cognitiva de las colecciones así como los servicios al ciudadano a través de tiendas, consignas, guardarropía, restaurantes (ya punteros muchos) y el trabajo de educadores, guías y mediadores culturales hace que no haya excusa para no disfrutar de la experiencia de la visita al museo.

Uno puede acercarse a las piezas y obtener información de ellas a través de códigos QR y de guías interactivas, puede convertirse en arqueólogo y adentrarse en la cámara del faraón y robar sus más preciados tesoros y puede, incluso, vestirse como la emperatriz Josefina o cazar mamuts durante el periodo glaciar. Además, podemos entablar diálogos con los educadores, quienes deben ayudarnos a enfocar la visita e indicarnos cuáles son las obras más interesantes a partir de nuestras inquietudes e intereses, amoldándose a los distintos perfiles de público que puedan encontrarse. En eso también han avanzado mucho los museos.

Hoy estas instituciones celebran su día internacional con cientos de actividades, todas de accesibilidad gratuita. El lema de este año, "museos por la educación y la investigación", enfatiza la importancia de poner al servicio de la sociedad las experiencias creativas y los programas de formación y de aprendizaje que los museos están llevando a cabo. Frente a las infinitas ofertas de ocio, de diversión rápida y emoción caduca que la sociedad actual plantea, los museos están tratando de convertirse en opciones de calidad para todos. Porque a admirar con emoción y con sensibilidad artística se aprende. Y se logra, como casi todo, con la experiencia y, especialmente, con la curiosidad y el entusiasmo.

La cultura se disfruta, se consume, se admira y se aprecia. No todos sienten la misma atracción por este tipo de ocio, pero todos hemos comprendido la importancia que tiene el democratizarla. No existe ya ninguna excusa. La cultura es accesible a todos. Es para todos y nos pertenece a todos. Se puede rechazar o ignorar, pero, apostar por el conocimiento, la formación y la libertad siempre merece la pena.

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