Opinión

El arte de Clarín está de celebración

Se cumplen 140 años de la primera edición de "La Regenta", obra cumbre de la literatura decimonónica

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles.

Boceto para  la portada de «La Regenta».

Boceto para la portada de «La Regenta». / Alicia Vallina

Estamos en Vetusta, la Oviedo en la que Clarín tenía sus raíces (aunque había nacido en Zamora), en la que depositaba, como ya dijera Galdós, sus anhelos y sus esperanzas y en la que había trascurrido buena parte de su existencia (no olvidemos que también fue concejal de la ciudad). Sus calles y escondidos rincones y los habitantes que discurren entre ellos hablan de un cuadro vital provinciano que, con unas finas dotes de observación y conocimiento, Clarín desgranó con juicio en una novela de extraordinario ingenio.

140 años han pasado ya desde la publicación en Barcelona, en 1884, del primero de los dos tomos de "La Regenta" (el segundo se publicó al año siguiente, aunque la primera intención de Clarín había sido publicarla en un único volumen). Fue la editorial Daniel Cortezo y Cía (con sede en el número 95 de la calle Ausiàs March de Barcelona) quien realizó la primera edición de la novela, con cubierta del dibujante y pintor barcelonés Juan Llimona i Bruguera. Parece ser que la versión final de esta cubierta no coincidió con el dibujo previo realizado por Llimona a lápiz y coloreado, ya que en la cubierta definitiva se mostraba, sobre un fondo de construcciones arquitectónicas, una especie de trovador medieval que poco o nada tenía que ver con el contenido de la novela y que generaba una evidente confusión en el lector.

En cualquier caso, parece que Clarín quedó satisfecho con el resultado, pues era también él un entusiasta dibujante, realizando, a tinta y pluma, bocetos de los principales personajes de la novela.

De lectura obligada hace tiempo en los centros educativos, lamentablemente muchos solo recuerdan de ella la escultura, realizada en bronce en 1997 por el ovetense Mauro Álvarez Fernández, que representa a una dama decimonónica elevándose erguida casi a las puertas del Museo de Bellas Artes de Asturias y con la hermosa catedral de la ciudad al fondo.

Es Ana Ozores, la protagonista de esta historia, estereotipo de una mujer de su tiempo que trata de huir de los convencionalismos pero que termina siendo devorada por ellos. La soledad, la añoranza, los malos tratos, las frustraciones, los desvaríos, todo influye para impulsar a Ozores a escoger entre dos grandes males: la excesiva moralidad y el desenfrenado espíritu de lo carnal. La sociedad, hipócrita, ejerce su papel de mirar para otro lado con disimulo, evitando que sus falsos pilares se vean salpicados. Instituciones despiadadas, falsa política, poderoso clero, todo discurre en un escenario de confrontación humana entre lo moralmente correcto y la fuerza nacida de las pasiones.

Pero esta obra no ha adquirido únicamente relevancia internacional en el mundo literario, sino que, tanto la cultura audiovisual como las Bellas Artes, han homenajeado este trabajo de muchas y muy variadas formas. Así, por ejemplo, en 1974, "La Regenta" (término no muy utilizado en su tiempo y que hace referencia al femenino de regente –el que rige o gobierna– en relación al puesto que ocupaba el esposo de la protagonista en la Audiencia de la ciudad) fue llevada al cine por el director ovetense Gonzalo Suárez (el proyecto también se le propuso a Luis Buñuel y a Orson Wells, pero lo rechazaron) con una excelente Emma Penella en el papel principal, además de contar con Adolfo Marsillach como el esposo de Ana Ozores y de figuras de la talla de Charo López, María Luisa Ponte o Pilar Bardem en otros personajes secundarios de la novela.

Incluso el actual presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez Leite, dirigió una miniserie televisiva, emitida por RTVE en 1995, con Aitana Sánchez-Gijón y Carmelo Gómez en los papeles respectivos de Ana Ozores y del canónigo Fermín de Pas.

Por su parte, el pintor gijonés Juan Martínez Abades realizó, en 1901, un retrato de Clarín por encargo de la Universidad de Oviedo para la galería de retratos de la Pinacoteca Asturiano-Universitaria. Desgraciadamente un incendio, ocurrido en 1934, terminó por destruirlo, aunque se posee una copia en el que se muestra al escritor de medio cuerpo, mirada directa al espectador y monóculo en su ojo derecho, con rostro serio y concentrado.

Además, el parque San Francisco de Oviedo conserva, realizado en piedra por los escultores Manuel Álvarez Laviada y Víctor Hevia, un monumento a Clarín donde se representaba su busto junto a la figura de la Verdad. El monumento fue prácticamente destruido durante la Guerra Civil, encargándose un nuevo busto, en 1955, a Víctor Hevia, que se instaló en el monumento en 1968 ya con el conjunto completamente restaurado y sustituyéndose la figura de la Verdad por una inscripción con el nombre y las fechas del nacimiento y muerte de Clarín.

Él es ya Hijo Adoptivo de la ciudad a la que dedicó una de las obras cumbres de la literatura decimonónica universal y justo es su reconocimiento y su recuerdo para que las generaciones venideras nunca olviden que en Oviedo la genialidad sigue aún latiendo.

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