Opinión

Una punta de lanza para la Asturias más tecnológica

La industria de la defensa tiene un papel decisivo en la modernización y especialización inteligente de la región, para innovar y escalar posiciones internacionales

Una punta de lanza para la Asturias más tecnológica

Una punta de lanza para la Asturias más tecnológica / LNE

La industria de la defensa renace en la región con una fuerza inusitada. La guerra en Europa, el replanteamiento de los objetivos geopolíticos del continente y las tensiones en Oriente próximo y Asia han consolidado una tendencia al crecimiento del gasto global en equipamiento militar. Un sector que en 2012 tocó suelo y que se llevó por delante varias instalaciones, da cobijo ahora mismo aquí a casi medio centenar de empresas, con 2.500 empleos de alta cualificación. Y lo más importante: su elevado componente innovador brinda una oportunidad para convertirlo en punta de lanza de la Asturias más tecnológica.

Unidades especiales contra ataques nucleares, biológicos y químicos en el paseo del Bombé de Oviedo, drones de última generación, un desembarco en la playa de Gijón, el portaaviones "Juan Carlos I" por la bahía, un desfile aéreo con sesenta aviones y helicópteros... Lo que los asturianos van a presenciar la próxima semana en las dos principales ciudades es una exhibición histórica por la combinación de efectivos terrestres, marítimos y aéreos con motivo del Día de las Fuerzas Armadas. Detrás de la espectacularidad visual late un nuevo ecosistema industrial en torno a la defensa de enorme potencial para Asturias.

La existencia de fábricas de este tipo tiene aquí una tradición de dos siglos. A las que quedan en pie, la conveniencia de garantizar en el contexto actual la soberanía científica y productiva –evitando la dependencia en actividades sensibles de terceros países– les abre un nuevo horizonte. Pocos territorios en Europa son capaces de cubrir todos los escalones de la cadena de un sistema de defensa. Asturias es uno de ellos por la sofisticación y calidad de sus compañías metalúrgicas para responder ante proyectos complejos. Y de escasas industrias puede obtener tanto rendimiento Asturias para dar un salto tecnológico como de estas, siempre a la vanguardia y siempre en constante progresión porque, por definición, quien se para o sestea en este campo pierde la batalla.

La factoría trubieca de Santa Bárbara, volcada en blindados, tuvo que regular, con el desplome de los Presupuestos estatales, a 250 operarios. Hoy cuenta con 730, entre servicios propios y externalizados, un 25% más de plantilla, y pedidos para varios lustros. La de Expal, dedicada a la munición, cerró cuatro años atrás. Ahora ronda los 300 contratos, con perspectiva de llegar a 400 y líneas que no dan abasto. Son las dos cabezas tractoras tras las que flota una nube de 46 pequeñas sociedades muy eficientes y que aspiran a trabajar unidas, diseñando delicadas piezas, confeccionando uniformes o elaborando cajas para proteger la electrónica de cazas y satélites, por ejemplo. El lector podrá conocerlas a través del reportaje que les dedica el suplemento Más Domingo en esta misma web.

Los 26 miembros de la Agencia Europea de Defensa contemplan un ciclo al alza, con ocho años ininterrumpidos de incrementos de inversiones. Las ventas de los grupos nacionales superaron los 7.000 millones. Las posibilidades de expansión quedan todavía lejos de tocar techo por la debilidad del mercado interior, la obligación de renovar impedimenta obsoleta y la alta demanda externa. Hay terreno sólido que pisar por delante.

El sector del metal es fundamental para el progreso asturiano y uno de los más característicos, con el acero, el naval, los eólicos y los bienes de equipo como estandartes. Una quinta rama, la de la defensa, está llamada a contribuir decisivamente a su modernización y especialización inteligente, para innovar y escalar posiciones internacionales. Por su carácter transversal, tira de muchas otras empresas. Pero, además, genera valor y tecnología de aplicación luego en campos muy variados. Muchos de los descubrimientos en investigación básica que surgen a su amparo, renovados con enorme rapidez, acaban siendo utilizados con éxito en el mundo civil.

Con la apuesta por estas empresas y su desarrollo hablamos no solo de beneficios en términos de riqueza, empleo y seguridad colectiva, sino también de progreso en el conocimiento para el bien general. Seamos realistas para aprovechar el momento que este despegue sirve en bandeja y a su rebufo facilitemos en paralelo el avance de la ciencia regional. Una Asturias alejada de la cabeza de la I+D+i más competitiva está condenada hoy a perder industrias. Y una Asturias desindustrializada no sería Asturias.