Opinión | La trastienda

Comercio online: empresas globales con efectos locales

Si preguntamos a cualquier pequeño comercio minorista cual es su mayor competencia, la que más temor le provoca, la respuesta mayoritaria sería el comercio online. Como ocurre con las grandes superficies, los hipermercados o los centros comerciales de la periferia de las ciudades, cada vez que un nuevo modelo de venta aparece el consumo se reparte y las micropymes sufren y algunas desaparecen.

Sin embargo, con el comercio online las circunstancias de competencia son diferentes. Por un lado, los instrumentos tecnológicos están disponibles para casi todas las empresas. Exigen formación, dedicación, tiempo, inversión y cambios en la organización del comercio, pero las empresas de menor tamaño están haciendo cosas muy interesantes en el mercado online, contando en muchos casos con apoyos públicos muy significativos, desde fondos europeos hasta los programas de digitalización del comercio de Asturias (Dica) y de Gijón ( Digicom) ; y por otro lado ya no se dirime la competencia en el territorio, sino en un mercado global dominado por unos pocos operadores. Por tanto, no es el instrumento tecnológico, no es el comercio online la competencia a nuestras tiendas físicas, son las empresas globales que dominan ese mercado, las plataformas de comercio exclusivamente online, cuyos efectos negativos tienden a ocultarse, tanto los económicos como los sociales y medioambientales.

Y aquí aparece la importancia del mensaje, de la reflexión sobre que modelo de comercio, de ciudades y pueblos, de relaciones personales y comerciales queremos y podemos darnos, sin que eso implique en ningún momento defender estructuras comerciales obsoletas.

Cada compra es una elección que va mucho más allá del producto y el precio. La opción por el comercio físico de proximidad asegura el empleo de las 60.000 personas que trabajan en Asturias en este sector, asegura la vida en nuestras calles, nos asegura un lugar de ayuda para la infancia y contra la soledad no deseada de las personas mayores, porque una puerta abierta de un comercio es una invitación a las relaciones humanas , asegura que la compra sea una experiencia única, diferente en cada tienda, cálida y de vecindad, asegura que los productores más cercanos pueden vender sus productos y asegura que las 12.000 empresas asturianas de comercio inviertan, paguen salarios e impuestos para el desarrollo más cercano.

Cuando se traslada el mensaje que defiende sin rubor las plataformas globales de comercio online como futuro, innovación y fundamentándose en la inversión y el empleo, hay una premeditada omisión de la importancia de nuestro comercio físico , del empleo, la inversión, la sostenibilidad económica , medio ambiental y social que proporcionan, y de su trabajo para cambiar y adaptarse, todos los días, al deseo de la clientela.

Nuestro comercio asturiano merece reconocimiento por su apuesta continuada por cada pueblo y cada ciudad, merece que trabajemos para que sea más fuerte, más estable, más seguro ante los cambios que acelera la clientela, merece que se destaque el papel que tienen en la distribución de productos y en la calidad de vida de las personas y, para los que tienen que cerrar, porque no han podido o sabido adaptarse, merecen apoyos que eviten que un cierre de empresa se convierta en un problema social.

Puedo entender que algunas personas del mundo empresarial defiendan el principio de la libre competencia sin adjetivos, sin añadir que solo puede ser " libre" si es "justa"; puedo entender que la imagen del "grande que se come al chico" no les desagrade. Lo que parece una clara falta de coherencia, que no entiendo es que primero defiendan esto y después soliciten bajadas de impuestos para el comercio físico sin precisar ni cuales, ni cómo , ni cuánto. El discurso populista de la bajada de impuestos es un mensaje fácil de comprar pero bastante inútil si no se concreta. Puede llegar al absurdo de solicitar reducción de impuestos sobre los beneficios empresariales cuando estos ya han desaparecido hace tiempo.

Ante esta situación, la apuesta por el comercio físico se hará en el campo de la comunicación, del mensaje , en la habilidad que tengamos de trasmitir sus valores a la ciudadanía para que ésta, cuando se convierte en clientela, tenga a la tienda de su localidad como primera opción de compra, puede que no la única, pero si la primera.

Y hacerlo es una labor que implica a las empresas, cuando hablan con las personas que les conocen no utilizando el término "pequeño" como menos valor, sino como más ágil y cercano; implica a las organizaciones empresariales que los representan, como así ocurre con la Mesa de Comercio de FADE; a los gobiernos, todos los gobiernos cuando visibilizan lo que hacen por este sector y lo tienen como prioritario en sus apariciones públicas y en sus discursos.

Vuelve a ser el mensaje, una gota continuada en defensa de lo propio.

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