Opinión | Solo será un minuto

Párate a pensarlo

Lo aprendes más tarde que temprano: casi siempre te equivocas cuando te dejas llevar por los impulsos repentinos y sin vuelta atrás con los que resuelves situaciones extremas. Lo normal es que cuando te dejas llevar por reacciones sin meditar tomes decisiones equivocadas y puedas llegar a cometer errores de bulto con la gente que te rodea. Es cierto que hay personas que saben cómo tocarte las narices, ponerte en aprietos o llevarte al límite. Y es precisamente con ese entorno más tóxico con el que se debe exhibir la mayor de prudencia en estado máximo, tranquilidad para afrontar pliegues de frustración que pueden formarse a tu alrededor. Por eso, cuando hay roces y pequeños accidentes cotidianos de convivencia, el mejor bálsamo para no cometer errores irreparables, y no dejarse llevar por los arrebatos de ira que quizás conduzcan a callejones sin salida, lo más inteligente y por tanto lo más útil, es pararse un momento, no dejarse arrastrar por el torbellino de emociones y actitudes hostiles que te saldrían de dentro en una reacción muy humana y, por lo tanto, comprensible, sino situarte fuera de la escena, incluso, fuera de tu cuerpo, como si hicieras un viaje astral fugaz pero ilustrativo que te permita tomar distancia, y comprobar cómo tu cuerpo y tus palabras se pueden convertir en tu peor enemigo. Y cuando llega un choque las mejores armas no serán la voz alzada, el ceño fruncido, la respuesta tajante e inapelable, sino la tranquilidad que desarma, la argumentación que desactiva, la voluntad de empatizar, incluso, con aquellos que pensamos que no lo merecen.

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