Piñeres (Llanes),

Daniel BÁRBARA

Los vecinos de la localidad de Piñeres de Pría, en el municipio de Llanes, vivieron ayer un día muy emotivo con motivo del día grande de las fiestas de la Inmaculada Concepción. Y es que, después de setenta años sin ramu, los lugareños han recuperado esa tradición para su fiesta local.

La emoción embargó sobre todo a los más ancianos, ya que algunos de ellos ya habían conocido siendo niños el ramu de la Concepción. La fiesta, con una comisión de festejos joven y entusiasta, va cada año a más. Prueba de ello fue el elevado número de personas que se concentró en la noche del pasado jueves bajo el túnel de la autovía de Piñeres, donde se desarrollaron las celebraciones paganas de la Concepción.

La jornada de ayer se inició a primeras horas de la mañana con el estallido de los primeros voladores, que anunciaban fiesta mayor en la localidad. Había ganas de sacar el ramu a paseo, después de siete décadas de olvido. Dos ramos, uno portado por los porruanos más pequeños y otro por los de mayor edad, salieron desde la fuente de Jogonzalo y fueron conducidos hasta la capilla de la Concepción al son de las panderetas de las aldeanas y de la gaita y el tambor. En total, más de sesenta personas lucieron los trajes asturianos en Piñeres.

Las fiestas de la Inmaculada Concepción tuvieron otro detalle emotivo para los lugareños. Y es que el párroco, Ángel Obeso, ofició ayer la última misa de su vida, la que cantó en la capilla de la Concepción, en Piñeres. Los vecinos de la población llanisca, después de seguir atentamente la misa y de salir en procesión por las calles del pueblo junto a la imagen de la Inmaculada Concepción, recitaron una canción en honor del sacerdote, por su dedicación a Piñeres durante muchos años.

Minutos después de este sentido homenaje, los mozos y mozas del pueblo, unidos por sus brazos, bajaron bailando la danza prima hasta el túnel de la autovía. Allí se subastaron los roscos de pan. «Los pequeños, los vendimos, y el grande se subastó», comentó uno de los jóvenes porruanos. Después de una serie de pujas, Luis Zapico, conocido como Luisín, se llevó el gran roscón de pan al precio de 300 euros. Además, se rifó una tarta entre el buen número de asistentes que se dieron cita en Piñeres. A continuación, los mozos y mozas del pueblo bailaron cuatro bailes regionales: el quirosanu, la jota de Cadavedo, el saltón y el xiringüelu de Naves.

Hacia las dos de la tarde, el intérprete de canción asturiana Celestino Rozada y el gaitero Óscar Fernández deleitaron a los presentes con una muestra de tonada. Las fiesta continuó por la tarde con más bailes regionales y danza prima. Al cierre de esta edición, se celebraba un pincheo organizado por la comisión de festejos. Después, la romería y verbena amenizada por los dúos «Fiesta» y «Da Silva» y una chocolatada iban a suponer el colofón de una jornada especialmente emotiva para Piñeres de Pría.