La plaza del Ayuntamiento de Oviedo vivió este mediodía momentos de profundo dolor, rabia y condena. Cientos de vecinos, algunos familiares y compatriotas de la familia de Érika Yunga, la niña de 14 años muerta ayer apuñalada cuando entraba por el portal de su casa, en la calle Vázquez de Mella, se concentraron durante cinco minutos de silencio convocados por el Ayuntamiento. "Es un día negro para Asturias, no lo vamos a olvidar", clamó el presidente del Principado, Adrián Barbón, acompañado por el Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y la Delegada del Gobierno, Delia Losa.

El presidente regional confesó que no olvidará el “vil asesinato de Erika”, un hecho, confesó, que le había dejado “sin palabras” cuando se enteró, en la tarde del martes. Su única petición es que “la investigación vaya a todo ritmo” para que la “condena sea la mayor posible dentro de nuestros límites”. Refrendaba así la petición realizada, minutos antes, por el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli. El regidor ovetense también había insistido en que el crimen no quedara impune. “Que caiga todo el peso de la ley sobre él, que yo nunca lo vea en la calle”, pidió el Alcalde, que envió un abrazo a la familia y a los ciudadanos en un día “tan triste” y que recalcó la extrañeza y la dificultad de entender tanta maldad. “Nunca piensas que pueda ocurrir esto, y menos en Oviedo”.

Minuto de silencio frente al Ayuntamiento de Oviedo por el crimen de Erika Yunga

Minuto de silencio frente al Ayuntamiento de Oviedo por el crimen de Erika Yunga Ch. N.

En la concentración en la plaza del Ayuntamiento se pudo ver a representantes de todo el arco parlamentario de la Junta del Principado, a izquierda y derecha, junto al presidente de la cámara, Marcelino Marcos Lindez. Junto a ellos, durante los cinco minutos de silencio, se vivieron escenas de mucho dolor y pesar, en especial entre grupos de jóvenes, amigos de la familia y vinculados a la institución religiosa de María Inmaculada que tanta conexión tiene con los Yunga. Un grupo de compatriotas portaba en la plaza la bandera de Ecuador y pedía justicia ante la muerte de la joven. “La niña es un ángel, no se merecía eso”, protestaba Verónica Herrera junto a otras cuatro mujeres ecuatorianas, todas ellas, como la familia de Erika Yunga, afincadas en Oviedo desde hace muchos años. “¡Cómo puede haber este tipo de psicópatas. Una ya no puede ni trabajar ni cuidar de sus hijos tranquila!”, protestaba.