Familiares y amigos despiden a Lola Lucio y reconocen la vigencia de su legado cultural y cívico

«Es de justicia ponerla a la cabeza del cometa de ese tándem fantástico que vuelve a reunirse», demanda su sobrina, evocando la fértil unión de la profesora y su esposo, Juan Benito Argüelles

Asistentes a la capilla del tanatorio de Los Arenales, en  Oviedo, durante la ceremonia de despedida a Lola Lucio. | LNE

Asistentes a la capilla del tanatorio de Los Arenales, en Oviedo, durante la ceremonia de despedida a Lola Lucio. | LNE

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Lola Lucio emprendió su último viaje cobijada por las palabras que tanto amó y que tanto celebró en vida. Las de ayer, las que acompañaron su despedida, fueron las de sus muchos amigos, las de sus compañeros de aventuras cívicas y culturales y, las más emocionadas, las de su familia. María Dolores Fernández Lucio (Oviedo, 1936), profesora de Inglés, impulsora y alma de Tribuna Ciudadana, del premio literario «Tigre Juan» y del Círculo de Valdediós, falleció el pasado viernes y ayer fue despedida por todos ellos –amigos, compañeros y parientes– en un sencillo y concurrido acto en el tanatorio de los Arenales, en Oviedo, en el que estuvo muy presente la memoria de Juan Benito Argüelles, su marido y su mayor cómplice, que murió en 2015.  

Javier Gámez, el secretario de Tribuna Ciudadana, fue el primero en salir al púlpito, abriendo el acto y contando cómo en el seno de Tribuna Ciudadana «mantuvimos una relación siempre llena de comprensión, tolerancia, para buscar lo mejor para la cultura de la ciudad donde ella nació y que quería». «Ella era esa guía que nos llevaba por el camino correcto», reconoció. Se refirió a ella como a «un referente cultural de Oviedo y de Asturias», que con su actividad «ha conformado un espacio vital en el que va a estar siempre presente». «Lola va a estar siempre con nosotros», repitió, aunque ahora «se va a encontrar con Juan», «el amor de su vida que siempre estuvo en su corazón». 

La profesora Lucio en 2014. | LNE

La profesora Lucio en 2014. | LNE / IMANOL RIMADA

Con Javier Gámez empezó la despedida de Lola Lucio y con su sobrina Bárbara Fernández Barrio llegó su culminación. La hija del hermano pequeño de la profesora, Marcelino, fallecido hace años, anunció que la suya no iba a ser «una semblanza al uso de Lola», ya que de sobra es sabido «lo que supuso para la vida cultural en Asturias», y siguió adelante retratándola de un modo más íntimo, hablando de «su generosidad, vivida a través de sus casas –la de la avenida de Galicia, Puelles, Lastres, Independencia...–, donde supo aglutinarnos a todos» y evocando inevitablemente el amor que sentía por Juan Benito Argüelles, comparándolo con el de Rafael Alberti y María Teresa de León. De hecho, recurrió a los versos de esta última para describirlo: «Ahora soy yo la cometa, él va delante. Rafael no ha perdido nunca su luz». «No paro de encontrar similitudes entre Teresa y Lola. Decía mi madre que la figura de Juan Benito le debía tanto a Lola que, en cierto modo vivió, aunque codo con codo, un poquito a la sombra de su brillo, cuando ella brillaba tanto o incluso más», dijo. «Es de justicia ponerla hoy y desde ahora para siempre a la cabeza del cometa de ese tándem fantástico que por fin vuelve a reunirse», reclamó. 

A la ceremonia asistieron Ricardo y María José Fernández Lucio, los hermanos de Lola, y con ellos los hijos de la segunda –Ricardo, Ignacio y Plácido Álvarez-Buylla–. Los acompañó una amplia y muy diversa representación de la sociedad civil asturiana, gentes de la cultura –Celso Peyroux, Consuelo Vallina, Francisco Manzanares–, de la Universidad –Ramón Rodríguez, Pedro Sánchez Lazo– y de la política –Manuel Fernández de la Cera, Carlos Fernández Llaneza–. 

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