Festival de Teatro Lírico Español

Oviedo aplaude el regreso a "El caserío"

La zarzuela de Guridi cautiva al público del Campoamor con su homenaje al folclore y el alma vasca y su canto de amor por el terruño

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

"El caserío" de Jesús Guridi, en la coproducción que en 2011 firmaron el teatro Campoamor y el Arriaga de Bilbao, está de vuelta en Oviedo y ayer, en su estreno, se ganó un largo y sentido aplauso del público. El último título del Festival de Teatro Lírico Español, que organiza la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo, es un homenaje al folclore y al alma vascas y una historia de amor al terruño y a la familia, y de emigrantes retornados, que mantuvo entretenidos y emocionados a los espectadores. Más de cinco minutos de aplausos y los bravos remarcando los solos de los protagonistas rubrican el éxito de una obra de aire rural y costumbrista, salpicada de momentos cómicos que aligeran la nostalgia en la que discurre.

La acción transcurre entre el caserío de Sasibil, en la aldea de Arrigorri que Guridi imaginó y situó en la segunda década del siglo XX. Allí se desarrolla un discreto drama rural, sin grandes aspavientos, al que el director de escena, Pablo Viar, ha dado un toque de "western" norteño, con momentos casi cinematográficos, como la aparición, ya hacia el final, de la protagonista, Miren Urbieta-Vega (Ana Mari), con el crepúsculo al fondo, a lo Escarlata O’Hara, interpelada por sus dos pretendientes, Damián del Castillo, como el tío Santi, dueño de Sasibil y alcalde de Arrigorri, y su primo pelotari y algo crápula José Miguel.

Antes de llegar ahí el argumento, de amores perdidos y pasiones silenciadas, se va hilando con momentos corales, canciones populares, un duelo lírico entre bertsolaris, romanzas y un amplio repertorio de danzas vascas a cargo de Aukeran Dantza Konpainia, con Eduardo Muruamendiaraz en la dirección. Para acentuar el tono cinematográfico, Viar congela algunas escenas. Más bien algunos planos para dar más dramatismo a los momentos decisivos que impulsan la acción.

Lucas Macías dirigió la orquesta Oviedo Filarmonía, brillantemente según los entendidos y el público, que lo recibió en escena con un generoso aplauso. También en la parte musical, David Colado se puso al frente de la Banda "Ciudad de Oviedo" y José Manuel San Emeterio se encargó de la Capilla Polifónica "Ciudad de Oviedo".

Sobresalieron los tres protagonistas, la soprano vasca Miren Urbieta-Vega, muy sentida y entregada a su papel; el barítono Damián del Castillo, circunspecto y contenido en sus pasiones, y, en contraste con él, el tenor Antonio Gandía, juguetón y vehemente. Las risas y los momentos distendidos quedaron a cargo de Itxaro Mentxaka (Eustasia), toda desparpajo; de Serena Pérez, interpretando a su hija Inosensia, y del que acaba siendo su novio, Carlos Cosías, como Txomin. El asturiano Maxi Rodríguez hace de cura del pueblo, Don Leoncio, de confidente y consejero de los protagonistas.

Mañana, 24 de junio, habrá una segunda representación de "El caserío", la última de esta 30.º temporada de zarzuela en el Campoamor, a las 20.00 horas.

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