Fallece Carmen Hidalgo, viuda y madre de los alcaldes Valentín y Antonio Masip

Hija de la boyante burguesía asturiana del siglo XX, nació hace 102 años en Sama de Langreo y dedicó su vida a sus cuatros hijos

Carmen Hidalgo, en 2013, ante un ventanal de su casa en Oviedo. | Luisma Murias

Carmen Hidalgo, en 2013, ante un ventanal de su casa en Oviedo. | Luisma Murias / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Carmen Hidalgo Álvarez, viuda y madre, respectivamente, de los alcaldes Valentín y Antonio Masip, falleció ayer por la mañana en su domicilio de Oviedo a los 102 años de edad. Hija del director y consejero del Banco Herrero Antonio Pérez Hidalgo, había nacido en Sama de Langreo, en 1921. En 1945 se casó con Valentín Masip y en 1963 enviudó. Madre de cuatro hijos –Jaime, Mari Carmen, Emma y Antonio– se entregó a su cuidado, lo que no le impidió participar muy activamente en la vida social y cultural de la ciudad. Era una de las últimas supervivientes de la boyante burguesía asturiana del siglo XX y con ella se extingue la memoria no solo de una época sino de todo un estilo de vida.

La familia y los allegados velan a estas horas los restos mortales de Carmen Hidalgo en el tanatorio "Ciudad de Oviedo". El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, se acercó hasta allí ayer por la tarde para expresar sus condolencias a la familia, entre ellos al exalcalde Antonio Masip.

El funeral de Carmen Hidalgo se celebrará mañana, 20 de septiembre, a las 12.00 horas, en la iglesia de San Isidoro El Real, en pleno casco antiguo. No hay esquela anunciando su muerte y su funeral, por expreso deseo suyo, y descansará, si las gestiones de la familia con el Ayuntamiento llegan a buen puerto, junto a su marido. Valentín Masip falleció siendo Alcalde de Oviedo, razón por la cual fue enterrado en una tumba de titularidad municipal, de modo que el Ayuntamiento debe autorizar la inhumación de su esposa.

Pese a su avanzada edad, la muerte de Carmen Hidalgo llegó inesperadamente, cuando parecía haber remontado un momento delicado de salud por un tratamiento médico y se recuperaba en casa. Su fortaleza, su aspecto imponente y su claridad mental siempre fueron admirables.

Carmen Hidalgo nació el 18 de enero de 1921 en Sama de Langreo y con un año llegó a Oviedo con sus padres, Antonio Pérez Hidalgo y Lucía Álvarez. Su familia paterna procede de La Rioja. De allí eran sus abuelos, que luego se afincaron en Bilbao. Su tío, Julián Hidalgo, el primer director del Banco Herrero, recurrió al joven Antonio Hidalgo y lo trajo a trabajar a Asturias. Su primer cargo fue la dirección de la delegación de Sama. Allí se casó y formó una familia. Con el tiempo, ya en Oviedo, ocupó la subdirección, la dirección general y la vicepresidencia del consejo de administración del Banco.

Jaime, Antonio y Maricarmen Masip, ayer, en el tanatorio. | Miki López

Jaime, Antonio y Maricarmen Masip, ayer, en el tanatorio. | Miki López / Elena Fernández-Pello

Carmen Hidalgo fue testigo de la proclamación de la II República y de la Revolución del 34. Tras aquellos sucesos, sus padres la enviaron a un internado en Salamanca. Luego, ella, su madre y sus hermanas emprendieron un incierto éxodo, huyendo de la Guerra Civil, por Portugal, León, Salamanca y Ribadeo.

Hacia 1942 se hace novia del joven abogado Valentín Masip, que había regresado del frente cargado de condecoraciones. Se casan en 1945 y en 1957 el entonces gobernador Marcos Peña Royo lo designa Alcalde.

Carmen Hidalgo siempre mantuvo que su marido fue empujado a la política, que no le quedó más remedio que asumir la Alcaldía y que vivía con cierto desencanto el devenir de la nación con el entonces jefe del Estado, Francisco Franco. Años después su hijo Antonio Masip llegó a sentarse en el mismo sillón consistorial que ocupó su padre, como Alcalde de Oviedo en representación del PSOE. Su hija mayor, Mari Carmen, tuvo que exiliarse a Francia, con su esposo, huyendo de la represión del régimen. Cuando enviudó, Carmen Hidalgo culpó a las responsabilidades y los agobios de la política de la enfermedad de su esposo.

Ambos, Carmen y Valentín, compartían un profundo amor por la música, que a él le sirvió de consuelo en la enfermedad y que ella cultivó hasta el final de sus días. Ayer, al saber de su muerte, la Fundación Ópera de Oviedo emitió un comunicado, recordándola como "una persona ejemplar, positiva, alegre, inteligente y dinámica, y gran amante de la ópera de su querido Oviedo"; añadiendo que hace unos meses aún "tuvimos la fortuna de disfrutar de su compañía" en la temporada y expresando su deseo de acompañar a la familia en este trance, con "la satisfacción de haber disfrutado de su presencia y vitalidad tantos años". "Se nos ha marchado un referente en la ciudad", lamentan en la institución.