Oviedo da su último adiós a Luis Fernández Posada, "gran notario y aún mejor persona"

El funeral congrega en San Juan el Real a cientos de personas para despedir al fedatario: "Nos pilló a todos por sorpresa"

Oriol López

"Era una grandísima persona". Es con seguridad la frase más escuchada entre los familiares, amigos y compañeros de profesión que se acercaron ayer por la tarde al funeral del notario ovetense Luis Ignacio Fernández Posada, oficiado en la Basílica de San Juan el Real, en Oviedo. El fedatario falleció el pasado jueves tras sufrir una grave enfermedad que, finalmente, no consiguió superar.

La explanada de entrada al templo era un hervidero de gente que formó un gran cuello de botella en el portón principal y los dos aledaños. Poco a poco, avanzaban al interior de una basílica donde diez minutos antes del comienzo de la homilía no cabía ya un alfiler. Entre ellos, el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, muy afligido. "La relación con Luis siempre fue magnífica, era un profesional enorme y una persona muy cercana", declara el regidor, quien siente muchísimo su pérdida. "Se nos ha ido joven, muy joven", lamenta. Canteli acudió junto al 2º teniente de alcalde, Nacho Cuesta, quien conoció "bien y desde hace mucho" a Fernández Posada, dada su dilatada carrera profesional en la abogacía. Para Cuesta fue "un gran notario y aún mejor persona". La relación entre el concejal y la familia es muy cercana. Asegura que estaban muy unidos y lo están pasando francamente mal. "Luis deja un enorme recuerdo; puedo corroborar que es merecido", explica. El presidente de la Junta General del Principado, Juan Cofiño, califica la muerte como "un drama que, con solo 66 años, nos pilló a todos por sorpresa". Para Cofiño fue "un notario con mayúsculas", además de un hombre culto, discreto, buena persona y muy inteligente "con el que daba gusto conversar".

Las decenas de bancadas estaban repletas, quedando colapsada la entrada de la iglesia y sus pasillos. Las hijas del notario, Emma y Olaya Fernández estuvieron arropadas por sus hermanos, Félix y Miguel Carrizo. "Era un padre muy entregado. Vivía por y para nosotras. Nos ayudó siempre en todo. Era tan bueno que hizo lo que pudo para que no nos preocupásemos durante su enfermedad", explica Emma a este periódico, además de que continuará el legado paterno como fedataria.

La faz de los asistentes no podía ocultar el dolor, con ojos vidriosos y barbillas temblorosas que terminaron, a veces, en llanto. No es de extrañar dado el cariño que la gente le profesaba. "Era una bellísima persona, discreta, un profesional como la copa de un pino. Y un patriota, defensor de la condición histórica de Asturias, la recuperación lingüística y un tipo comprometido", afirma su amigo el político y empresario José Suárez Arias-Cachero, "Felechosa".

La homilía, que estuvo acompañada por un cuarteto de cuerda y una soprano, corrió a cargo del abogado ejerciente y sacerdote, Arturo García Rodríguez, junto al párroco local, Javier Suárez. "Fue amable, cercano, trataba por igual a amigos y clientes. Mereció la pena que formase parte de nuestras vidas", dijo García.

Luis Muñiz, amigo del colegio, pronunció unas palabras sobre Fernández Posada: "No iba de señor notario, era generoso y no apartaba su mirada de la gente humilde". Un efusivo aplauso reconoció sus palabras. Acto seguido, las cenizas de Posada se depositaron en el columbario familiar de la basílica para su eterno descanso.