El concejo, parroquia a parroquia

San Pedro de Nora, donde Arturo Fernández impidió el paso de la autovía

En Priañes hay una placa dedicada a Gabino de Lorenzo por defender al pueblo cuando iba a ser atravesado por la carretera y construir en ese espacio un parque con una estatua del actor

En el parque de Priañes hay una placa de agradecimiento a Gabino de Lorenzo por haber defendido al pueblo cuando iba a ser atravesado por la autovía que une Oviedo con La Espina. Los vecinos consideran que el exalcalde del municipio fue determinante para que se modificase el proyecto y evitar así que la carretera partiese por la mitad esta localidad de la parroquia de San Pedro de Nora, una intervención que además remató construyendo un espacio verde en la zona por la que iba a pasar la calzada y destinando una importante partida económica a la realización de distintas mejoras en el pueblo. "Gabino era la madre que lu parió. Por el verano nos mandaba un autocar y nos llevaba a la Feria de Muestras. Comíamos, veíamos la actuación de Jerónimo Granda y encima nos daban un chupito. Ahora ya no hay nada de eso", explica Eloína Menéndez, una de las veteranas de Priañes, donde tampoco importó mucho que De Lorenzo colocase, en ese mismo parque, una estatua de casi dos metros y medio de su amigo Arturo Fernández, aunque el actor no tuviese "nada que ver" con el pueblo. "Dicen que costó catorce millones de les antigües pesetes (unos 84.000 euros al cambio). El día de la inauguración también vino LA NUEVA ESPAÑA a cubrir el evento, salimos en el periódico, hubo mucha fiesta y se celebró una comida enorme", explica Gumersinda Alonso, a la que todos conocen cariñosamente como "Mersita la de Ca’ Llina", un apodo que le quedó a la casa en la que vive por una de las cuatro mujeres que tuvo su abuelo.

Mersita acaba de cumplir los ochenta años y lleva toda su vida en Priañes. Aunque suene paradójico, vino al mundo gracias a la Guerra Civil. "Mi padre (Manuel Alonso) era de Fuejo (Grado) y andaba por el monte con los republicanos. Mi madre (Elena Patallo), que nació en Priañes pero se crió en Sograndio, estaba por allí buscando unas vacas que se habían perdido y llorando porque no las encontraba. Él se acercó a ella y le dijo que no se preocupase, que ahora mismo iba a buscarlas. Encontró a las vacas y además se llevó a su futura mujer", cuenta sonriente Mersita, que fue a la escuela a Udrión. "Seríamos unos 30 guajes. En la parte de arriba estaban las chicas y en la de abajo los chicos. La profesora se llamaba Natividad y era muy buena con nosotros", explica la mujer. Por aquel entonces la mayoría de los hombres del pueblo trabajaban en la Fábrica de Armas de Trubia o en la de loza de San Claudio, pero al volver a casa también tenían que ocuparse de los animales y de la huerta al igual que el resto de la familia. "Antes trabajaba todo el mundo. Teníamos todas tipo fino porque no nos daba tiempo a engordar de todo lo que teníamos que hacer", apunta Nieves Alonso, que se apunta a la conversación para hablar sobre la parroquia en la que vive, al igual que lo hacen Benjamín Rodríguez, Ángeles Ordóñez, José Ramón Menéndez y Prudencia Patallo. "Antes iba un vecino a la hierba e íbamos todos a ayudarle, ahora estamos todos en casa metidos y no ves a nadie".

"La primera vez que escuché la palabra meandro pensé que hablaban de un pájaro", dice entre risas Nieves Alonso

En Priañes y en toda la parroquia ovetense de San Pedro de Nora vive mucha menos gente que antes, eso es cierto, pero también lo es que la relación entre los vecinos ha cambiado. "Algunas casas se han vendido y están viniendo algunas familias jóvenes, pero hacen su vida fuera de aquí y sólo vienen a dormir. Antes todos andábamos por el pueblo, había un montón de hermanos en cada casa y todos nos conocíamos", dice Mersita. La mujer recuerda, por ejemplo, que sólo en Priañes llegó a haber tres bares-tienda abiertos al mismo tiempo: Casa Perriellu, Ca’ Gaspar y Casa Melia. "La gente podía comprar allí las cosas que se necesitasen para la casa. A veces se iba a Trubia, a Grado o a Oviedo, pero muy poco. Ahora hay que ir para todo porque no hay nada cerca", explica. "Cuando éramos jóvenes e íbamos al baile a Trubia o al Escamplero, íbamos andando, no había perres ni autobuses", dice José Ramón Menéndez. "Y cómo corríamos para bailar la última pieza y poder llegar a casa a la hora", añade a su lado Nieves Alonso.

Ahora tampoco es que en Priañes estén muy bien comunicados. "Aquí no llega ningún autobús. Antes, por lo menos, podíamos pedir un taxi a Trubia, pero es que ahora ni los hay", explica Mersita. Los vecinos también echan de menos el centro social, que cerró sus puertas durante la pandemia y nunca más volvió a abrirse. "Antes por lo menos veníamos aquí a leer los periódicos, jugábamos a la lotería, al parchís, a las cartas, se hacían actividades… Estábamos entretenidas. Ahora puedo pasar el día entero sin hablar ni una sola palabra porque estoy todo el día metida en casa y no me encuentro con nadie", señala Eloína. Los únicos que le dan un poco de alegría al pueblo son los usuarios de la senda verde entre Oviedo y Trubia, que se acercan para visitar los meandros del río Nora. "Yo no sé qué ven allí, no hay más que escayos. Lo que podían hacer es arreglar las barandillas de la senda", señala José Ramón. "La primera vez que yo escuché la palabra meandro pensé que hablaban de un pájaro o de algún otro animal. Dije yo para mí: ‘Ay, madre, yo toda la vida anduve por el río y nunca vi ningún meandro de esos’", asegura entre risas Nieves Alonso. "Es que ahora son muy modernos", remata Ángeles Ordóñez.

Desde hace un tiempo tampoco hay misas en la capilla de Santiago. "No viene el cura. Antes todas queríamos misas para los muertos y las pagábamos bien, pero ahora como ya no hay tanto de eso ya no viene el cura", critica Nieves Alonso. "Todas nosotras nos casamos en la capilla, pero ahora van a San Pedro de Nora porque está más de moda", explica Prudencia Patallo haciendo referencia a la iglesia prerrománica situada en la frontera entre Oviedo y Las Regueras, aunque oficialmente en territorio reguerano. "Pues toda la vida ha sido nuestra parroquia y nosotros nos sentimos muy de Oviedo. Además allí está el cementerio en el que están todos nuestros familiares", dice Prudencia.

En Priañes tampoco se celebran ya las fiestas de Santiago en el mes de julio, que llegaron a durar tres días y eran todo un acontecimiento para los vecinos del pueblo y los de los alrededores. "Había carrera de burros. El mejor era Pepe, el marido de Nieves", apunta Mersita. Todos recuerdan también cuando Gabriel, ya fallecido, ataba el burro al carro y "salía de comedia" por el pueblo para amenizar los festejos. "Lo hemos pasado muy bien. Yo siempre he vivido aquí y nunca he  pensado en irme", subraya Mersita.

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La parroquia de San Pedro de Nora tiene una extensión de 4,14 kilómetros cuadrados y se encuentra justo en la frontera con el concejo de La Regueras. Según los datos de 2022 la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), en la parroquia están censados un total de 85 habitantes. El núcleo más poblado es Priañes con 50 vecinos y le siguen Feleches (26), San Pedro (7) y La Barquera (2). Entre sus muchos atractivos se encuentran los meandros del río Nora o la iglesia prerrománica de San Pedro de Nora, que aunque oficialmente se encuentra en Las Regueras siempre ha sido la parroquia de los vecinos de esta parte de Oviedo.

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