Crítica / Música

Cumpleaños operístico

Gran velada de la Ópera de Oviedo festejando su 75.º aniversario con la gala lírica "Jóvenes Cantantes Españoles"

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

La ópera de Oviedo es una de las instituciones musicales más importantes del norte de España. Avalada por sus setenta y cinco años de historia, se erige como uno de los puntales culturales sobre los que descansa la capital del Principado. Exposiciones, estrenos y, la gala lírica del viernes, forman parte de los actos organizados para conmemorar tan solemne efeméride.

Correcta interpretación de las oberturas de "Le nozze di Figaro" y "Semiramide". Si bien las trompas tuvieron alguna entrada resbaladiza en la segunda, la OSPA estuvo muy segura bajo la batuta de Lara Diloy, optando por una dirección inteligente y acertada, insuflando fluidez a la sinfónica asturiana, ajustando bien los crescendos y contrastando los temas de forma adecuada. La madrileña, consciente de la fragilidad del repertorio, supo manejar a la orquesta y plegarse a los solistas en cada uno de los números.

Carles Pachón abrió fuego mediante el aria "Hai già vinta la causa?" algo deslucido por el volumen de la sinfónica que Diloy se encargó de equilibrar posteriormente. El barítono catalán se desquitaría mediante el célebre "Largo al factotum", donde Pachón se convirtió por unos instantes en Fígaro para legar al Auditorio una interpretación llena de frescura y comicidad, con una voz plena y repleta de armónicos, resolviendo con brillantez los veloces pasajes textuales.

María Zapata se mostró muy sólida en sus intervenciones. Los saltos interválicos de "Come scoglio…" no resintieron su afinación, defendiendo también los graves a través de un sonido muy natural. La calidez y expresividad que la soprano asturiana supo imprimir en el "Casta diva" fueron todo un oasis de belleza y buen gusto.

La mezzo Carmen Artaza rayó a un nivel sobresaliente durante toda la velada. Con un sonido siempre bien impostado, impecable en las coloraturas, poderío vocal pese a no gozar de unos graves demasiado potentes y pasmosa facilidad para los agudos, estuvo especialmente acertada en el aria "Parto, ma tu ben mio". Antoni Lliteres (tenor), de gran proyección, destacó en la ejecución de "Una furtiva lagrima", desplegando su brillante timbre en el registro más agudo, aunque adoleciendo de un manejo más acusado de los matices y los planos sonoros.

El equilibrio por parte de cada una de las cuerdas fue la nota dominante en el coro de la FPA. Extraña y hasta cuestionable su inclusión en la velada ya que, al margen de la configuración de un programa asimétrico, la ópera cuenta con su propio coro titular, más habituado a este repertorio. Con todo, los de José Esteban García Miranda, cumplieron con una intervención notable las exigencias del guion.

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