Opinión | paraíso capital

SACO marida Erkizia con el Bellas Artes

La semana dedicada al audiovisual contemporáneo en Oviedo es lo que promete y no un festival de cine, un matiz minúsculo que ofrece un abismo de diferencias

Uno de los valores que aporta la Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (SACO) a la vida cultural de la ciudad son los pequeños matices que existen entre lo que es su programación y lo que es un festival de cine al uso. Permitan la redundancia: SACO no es un festival de cine. Es lo que promete, una semana dedicada al audiovisual contemporáneo. Un matiz minúsculo que ofrece un abismo de diferencias. De todas, creo que la que más me admira es el maridaje que propone en el museo de Bellas Artes de Asturias, una propuesta titulada "El sonido del arte", que este año alcanza su sexta edición.

En esta edición, el encargo ha sido para el investigador sonoro Xabier Erkizia, artista que lleva treinta años a la vanguardia de cualquier propuesta que incluya lo sonoro como ingrediente: docente en la escuela de cine EQZE, comisario del Festival de Otras Músicas ERTZ, creador de bandas sonoras, miembro de la Asociación Audiolab. Propuestas que se alejan del confort, profundizando en territorios menos explorados.

El artista ha seleccionado seis piezas de las expuestas en el Museo y hace una propuesta sonora para cada una de ellas. El espectador disfruta de esta experiencia a través de su propio teléfono móvil descargándose un código QR que acompaña a cada obra seleccionada. La magia consiste en ver cambiar la propia impresión al observar una obra cuando se completa y se matiza al añadirle la perspectiva sonora que aporta otro artista.

La primera pieza escogida por Erkizia de las que encontré en mi camino fue una escultura de mármol de Faustino Goiko-Aguirre titulada "Figura sentada". Una mujer que, en un gesto antinatural de su brazo izquierdo, trata de taparse su oído derecho. Erkizia imagina el ruido interior que esa figura percibe con ese juego. Su propia cabeza entendida como una caracola de mar. Una inquietante secuencia magnética sobre lo que sabemos, pero pretendemos ignorar sobre nosotros mismos.

No muy lejos de allí localicé dos piezas más que el azar ha querido que estuviesen expuestas juntas. Una de ellas es la "Laminación" del palentino Alejandro Mieres. Una pieza conceptual, maravillosamente naranja, con volúmenes ondulantes, que evoca la realidad industrial asturiana. Erkizia se mimetiza con esa impresión creando un sonido fabril adonada con esas ondas bamboleantes que crean las láminas de acero. Inmediatamente a su izquierda estaba "Todo el año es carnaval", del genial Orlando Pelayo. En este caso Erkizia se aleja del simbolismo más evidente y permite que su imaginación le sugiera el zumbido de los drones que sobrevuelan un territorio bombardeado en Gaza. El ensordecedor rumor de las hélices que se corta bruscamente. Poco más tarde conseguí localizar el "Campo de campos" de Pablo Palazuelo. Una síntesis geométrica de una vista aérea de campos parcelados. Erkizia se compromete aquí con el trabajo agrario. Nos traslada a la mecanización rudimentaria y rural de segadoras, trilladoras y empacadoras.

Después de tanto ruido, Erkizia demostró que también puede explorar los sentimientos más poéticos. Creó para una "Marina" de Luis Fernández una melancólica tarde de silencio, soledad y lluvia y para un "Florero Industrial" de la Fábrica de Vidrios Industrial de Gijón una angustiosa fábula claustrofóbica sobre la capacidad para atrapar la belleza representada en el canto de unas aves que viven encerradas en un jarrón. Y allá me fui yo, dejando esas aves en su pregunta sin responder, en su libertad no alcanzada, pensando: Qué suerte de Semana Saco, qué suerte de Museo. Tengo que visitarlo más a menudo.

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