Opinión | Crítica / Música
Técnica y expresividad
Brillante recital de Diana Cooper en la décima cita del año de la Sociedad Filarmónica de Oviedo
Si hace un par de semanas la violonchelista Nina Rivas convencía a los melómanos de la Filarmónica ovetense, el pasado miércoles Diana Cooper los rendía por completo bajo el embrujo de su técnica y expresividad pianísticas. La joven artista, nacida en 1997, deleitó a los abonados con un programa lleno de exigencia donde figuraban obras de Mozart, Schumann y Chopin, todo un reto que la solista francesa solventó de manera sobresaliente.
La "sonata en do mayor k 330" de W. A. Mozart daría muestras del talento de Cooper. Los dos movimientos rápidos estuvieron especialmente aseados, con una pulsación sutil y cristalina que potenciaba todavía más la característica sonoridad contenida en las partituras del genio de Salzburgués. En el "andante cantabile", quizá algo laxo en tempo, Cooper aportó una dulzura extraordinaria, jugando con las disonancias y las resoluciones armónicas con exquisita delicadeza.
El cambio de tercio se produjo de la mano del romanticismo exacerbado que impera en la "Sonata número 2 en sol menor" de Robert Schumann, toda una prueba de fuego para la intérprete. Diana Cooper supo enfrentarse a la obra sin relajar nunca la intensidad, confiriendo al "So rasch wie möglich" inicial una efectista ambivalencia entre la exuberancia escrita por el compositor alemán y el lirismo que subyace en la sonata, dominando cualquier registro sin descuidar la articulación. En el "Andantino" lució una elegancia notable gracias a unas dinámicas que revistieron de gran atractivo a la interpretación. El último movimiento, espléndido, dejó un equilibrio espectacular en ambas manos y un manejo impecable del volumen, demostrando el potencial de la artista francesa, muy laureada a pesar de su juventud.
La segunda parte estaba dedicada a Frédéric Chopin. Su "Balada número 2" fue una delicia a manos de Cooper, aunque destacamos su interpretación del "Scherzo número 4" y del "Andante Spianato y Gran Polonesa", donde la solista estuvo pletórica. Aportó siempre los matices adecuados gracias a una lectura muy hábil de las obras, contrastó los temas oportunamente y logró momentos de gran delicadeza e intimismo merced a unos pianísimos muy sugerentes y expresivos. Brillante recital a cargo de Diana Cooper a quien esperamos volver a disfrutar sobre las tablas del Teatro Filarmónica en las próximas campañas.
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