Habían pasado algunas horas desde que el Vetusta sabía que era campeón de Tercera cuando los futbolistas salieron al terreno de juego de El Requexón. Tras las felicitaciones pertinentes, tocaba trabajar. A los 20 minutos de entrenamiento, los gritos de Rozada se escuchaban en todas las instalaciones. La intensidad era máxima. Así es el Vetusta, un equipo que no baja es pistón ni después de proclamarse campeón de Tercera. Hacía 28 años que el filial no lo hacía.

En algunos aspectos, el Vetusta no se ha comportado como el típico filial. Los 16 goles en contra en 36 encuentros jugados es el ejemplo de un conjunto trabajado, que crece desde la defensa. Raro en un equipo joven. En Primera, Segunda, Segunda B y Tercera, solo el Calahorra, con 10 goles en contra en el grupo 16 de Tercera, supera sus registros defensivos.

Ese trabajo coral, ese paso adelante en la competitividad, es el que buscaba el Oviedo con la llegada de Rozada, que suma su segundo título en Tercera en su segundo intento (el anterior lo hizo con el Lealtad, con el que logró el ascenso).

El Vetusta ha lucido esta temporada una plantilla compensada, fuerte en todas las líneas capaz de unir la solvencia de Josín y Prendes, con la profundidad de los laterales y el trabajo de los Cortina y Jimmy en la medular. Arriba, Borja pone el talento, con Ernesto haciendo de puñal en la banda. Los goles no se discuten: son cosa de Steven, el cazador. Y algo más que eso. Pero al margen de nombres propios, el filial ha mostrado en las 36 jornadas disputadas hasta ahora un afán competitivo necesario en cualquier campeón.

Rozada ha tenido a su disposición a 22 futbolistas más la ayuda de algunos juveniles (además de los gemelos Mier, han intervenido con el Vetusta Iván, Francis y Álex) que han encajado a la perfección en las demandas del entrenador. Ellos son los campeones, y los encargados de pelear en el play-off por el ascenso a Segunda B. Así es la legión de Rozada.