Contestó rápido el Oviedo, queriendo pedir el foco en el duelo. Al menos para protestar ante el dominio local. Saúl Berjón y Mossa se encontraron en la izquierda, su sitio para las citas, y el asturiano centró con la precisión habitual. Johannesson, completamente solo, impactó con el interior pero la pelota se fue rozando el poste.

Para entonces, Anquela había ordenado una reorganización. Aarón se metió al medio, reforzando a Rocha y Folch, y Berjón centró su posición, acompañando a Linares. Durante todo el primer acto, el Oviedo fue mutando entre los dos sistemas: con tres el medio y con extremos abiertos. El dominio, no obstante, siguió siendo local. Merodeó un par de veces la Cultu el área de Alfonso y trató de contestar Aarón con disparo desde la frontal. A los 45 minutos llegó la jugada clave del primer acto. Peinó Rodri en el segundo palo y Forlín y Señé pugnaron por la pelota. El local rodó por el suelo y el asistente, no el árbitro situado a un par de metros de la jugada, decretó penalti. El propio Señé lanzó cruzado para batir a Alfonso y convertir el descanso en una película totalmente diferente. Una en la que el Oviedo se le exigía ser protagonista. No parecía, visto lo visto, un castigo excesivo.

Y asumió el mando el Oviedo porque no le quedaba otra. Encerrando a la Cultu en su campo desde el primer minuto del regreso. A los cuatro minutos de volver, Aarón ganó la línea de fondo y cedió a Rocha que, en posición franca, chutó raso al centro. Un golpe tímido, como el papel del Oviedo hasta entonces en la cita decisiva. Mossa puso otro balón peligroso cinco minutos después. Y a los 55, otra jugada polémica. Palatsí salió a despejar un balón colgado y cayó en el intento. El balón le quedó manso a Linares que empujó a la red, pero el colegiado había señalado falta sobre el meta en la acción. Una vez más, la exagerada protección con la que se blinda a los porteros.

Movió el banquillo Anquela tratando de aprovechar que el viento soplaba a favor. Entraron al campo Toché, Fabbrini y Yeboah, de forma escalonada, pero todos antes de los 70 minutos. Con margen de maniobra. El Oviedo pasó a jugar con cierto desorden (Aarón de lateral...), pero a esas alturas parecía dar igual. Ya se estaba jugando con el corazón. El equipo azul, herido, se resistía a perder su última vida en el Reino de León. Quería otra prórroga de 7 días. Otra jornada para la esperanza.

Berjón fue el siguiente en probarlo. Chut duro y ajustado en una falta frontal que Palatsi desvió a córner. La acumulación de hombres de ataque también trajo riesgos. Era obligatorio correrlos. La Cultu pudo sentenciar de haber estado vivo en varias contras pero Carlos y Forlín solventaron los problemas jugando en la cornisa. También les ayudó Alfonso. La última opción azul fue un balón al área, un rebote, una jugada dominada por el miedo (un gol en contra era devastador para las esperanzas de la Cultu). Berjón tocó y la defensa local despejó en el área pequeña.

Ahí se acabaron los argumentos. Porque a la siguiente jugada, Rodri ejecutó la sentencia.

El final del partido significó, prácticamente, el final de la temporada. Y dio paso a esas escenas repetidas en los últimos años; los jugadores pidiendo disculpas a una grada que no se ve recompensada. El primer intento del Oviedo de Anquela se queda en la orilla, salvo milagro. Llegará el tiempo de analizar, de valorar las opciones y de buscar soluciones. Será el análisis sosegado, por todas las partes, el que diga si la etapa del jienense vive una segunda parte, Porque el primer capítulo duró hasta León. No dio para más.