Su inicio en los banquillos tuvo bastante de casual. Acabada la carrera de Derecho en Madrid, Javi Rozada (Oviedo, 1982) había vuelto a Asturias. Monchu, coordinador por entonces del Covadonga, le lanzó el guante: ¿Por qué no coges al alevín B? Rozada, que había conocido a Monchu de su etapa como jugador en el Estadio, asumió el reto después de meditarlo. Empezó los entrenamientos con siete niños y acabó completando uno de sus temporadas más enriquecedoras en el plano personal. De Monchu, fallecido en 2011, se acuerda el entrenador tras cada éxito. El último el domingo, cuando situó al Vetusta en Segunda B 16 años después de su última presencia en la categoría de bronce. El filial, grupo que engloba grandes talentos, es también un equipo de autor. El de Javi Rozada, un técnico de mentalidad ganadora.

"Mentalidad ganadora" es precisamente el título del libro que versa sobre la filosofía futbolística de Unai Emery, uno de los referentes del entrenador del filial. Valora de Emery su capacidad para formar equipos competitivos allí donde ha estado. Admira al vasco igual que a Marcelino García Toral, otro de sus técnicos de cabecera. Con el técnico del Valencia mantiene una relación cordial gracias a Villaviciosa.

En la temporada 2012-13 Rozada entrenaba al Lealtad en Segunda B, tras firmar el ascenso unos meses antes. Marcelino se encontraba sin equipo (firmaría en enero por el Villarreal) y era un asiduo en Les Caleyes. Tras cada partido, le comentaba a Pedro Menéndez, presidente y amigo, detalles del partido, pinceladas para mejorar. Y éste se los trasladaba a Rozada. Después de unas semanas, el entrenador decidió saltarse las estaciones intermedias y le pidió a su presidente que concertara una cita con Marcelino: quería conocer sus impresiones de primera mano. De aquella reunión en una sidrería de Villaviciosa nació una relación de la que el técnico del Vetusta ha sacado lecciones valiosas.

Y está además su predilección por Pablo Laso, el modelo a seguir para el ovetense. Según cuentan sus íntimos, el entrenador del Madrid de baloncesto ocupa el primer puesto en su lista de modelos de gestionar un grupo. Valora de él su forma de llevar al equipo, la mentalidad que ha impuesto en los últimos años y la voracidad para seguir sumando títulos.

Ganar. Es el concepto que resume la mentalidad de todos sus referentes. También el que trata de aplicar como entrenador. Y en cada aproximación al deporte. Famosos son sus partidos de pádel contra Diego Cervero, otro animal competitivo y amigo desde hace años, cuando llega el verano: dos palas, una pelota, y el honor en juego.

Esa mentalidad, ese afán por sumar triunfos, se aplica en la rutina diaria. "Un ascenso se logra en el día a día", explicó el domingo. Quien le haya visto en El Requexón un día cualquiera se habrá sorprendido: Rozada es un huracán de aspavientos, indicaciones y voces. Intensidad en cada sesión. Dicen los que le conocen que en los banquillos le mueve la "pasión". Acabado el entrenamiento, se vuelve cercano al futbolista. He ahí otra de sus obsesiones: formar grupos humanos sanos, solo así se puede asegurar un compromiso pleno. Meta que comparte con su cuerpo técnico, Alberto Martínez, preparador físico, y Santi Serrano, segundo técnico. Otros dos pilares en el éxito del Vetusta.

La receta que aplica muestra un éxito incuestionable. Dirigió tres temporadas al Lealtad. En la primera, ascendió a Segunda B; en la segunda, lo mantuvo; en la tercera, firmó la mejor temporada de la historia del club. Con el Oviedo B, otro ascenso. Aunque sus logros vienen desde la base. Por ejemplo, en 2008, cuando al frente de la selección asturiana alevín alcanzó en La Coruña las semifinales. Nunca nadie lo había hecho. Edu Cortina y Borja Sánchez, actualmente en el Vetusta, estaban en aquella selección.

La intensidad en el verde, esa entrega extrema, da paso a una versión algo más calmada (no mucho) fuera del campo. Como a todo entrenador, a Javi Rozada también le persigue el asfixiante juicio de los resultados. La soledad del entrenador, un mal que afecta a cualquier técnico, la supera apoyándose en los suyos: en la familia, en los amigos... Tras lograr el ansiado ascenso, y preguntado en la sala de prensa por su primera imagen tras el éxito, el entrenador mencionó a su padre, el político Isidro Fernández-Rozada, y a su hermano, Isidro: familiares y fuente de desahogo en los malos momentos.