Segunda División | La resaca del partidazo de Asturias

El Derby sigue muy azul, el análisis de Melchor Fernández Díaz

La racha favorable al Oviedo se mantiene a despecho de todos los cambios: en la propiedad de los clubes, las plantillas y los entrenadores

Abel Bretones centra ante la oposición de Cali Izquierdoz. | Marcos León / Juan Plaza

Abel Bretones centra ante la oposición de Cali Izquierdoz. | Marcos León / Juan Plaza / Melchor Fernández Díaz

Melchor Fernández

Melchor Fernández

La rivalidad asturiana puede cambiar de color según el escenario pero el color de los resultados en lo que va de siglo sigue siendo azul. Mucho e incluso cada vez más. De los últimos doce partidos disputados entre el Oviedo y el Sporting los carbayones han ganado siete y los playos solo uno. En cuatro partidos se han repartido los puntos. Si fuese una Liga entre los dos, el Oviedo tendría 25 puntos y el Sporting, 7. Presentarlo así es, sin duda, una exageración, pero no deja de reflejar una tendencia que está a despecho de todos los importantes cambios que se han producido en ambos clubs. Como los propietarios no juegan, parece razonable evaluar su labor en plazos más largos. Pero técnicos y futbolistas se examinan cada semana y admiten, por no decir reclaman, que se les juzgue partido a partido. Con mayor motivo si se trata de uno como el del pasado sábado, con El Molinón casi a tope y Víctor Manuel de gran introductor.

El Sporting de Ramírez. Miguel Ángel Ramírez, el entrenador del Sporting, lleva ya diecisiete jornadas al frente del equipo, al que se incorporó en vísperas de la jornada 24 del actual campeonato. Sus primeros partidos acusaron una cierta desorientación, que admitía la disculpa de que, en pleno campeonato de Liga, le tocaba un trabajo tan extemporáneo como hacer la pretemporada. En cierto modo no ha hecho sino prolongar ese periodo. Ha cambiado varias veces de sistema de juego y también de jugadores. Y se ha mostrado decididamente conservador, no solo en el planteamiento sino en lo que se refleja en la actitud de sus jugadores, que se mueven con una prudencia seguramente exigida desde el banquillo. En el partido del sábado se vio especialmente en el primer tiempo, en el que el Sporting atacaba con dos tres jugadores a una defensa de cinco.

Esa inferioridad podría verse compensada con las incorporaciones de Pedro, que lleva consigo un cañón. Pero los rivales están prevenidos de su peligro y el Oviedo no fue menos. Cuando a Pedro le llegaba el balón tenía, como poco, a tres contrarios encima. Solo pudo tirar una vez en todo el partido. Otro recurso sportinguista pueden ser las subidas de Guille Rosas y José Ángel. A las incursiones del primero supo cerrarle huecos la defensa oviedista. Los centros del segundo se enfrentaron a dos problemas: el acierto de los centrales azules y la escasez de rematadores rojiblancos, porque el Sporting llega con muy pocos jugadores al área rival. Que consiguiera un gol dependió de la porfía de Djurdjevic y de la interpretación del VAR, que después de varias jornadas cicatero con el Sporting fue generoso esta vez.

El Oviedo de Álvaro. Álvaro Cervera lleva más tiempo en el banquillo de su actual equipo que su rival en el Derby, pues se incorporó en la jornada 12. Al contrario que Ramírez, no ha mostrado dudas sobre el sistema de juego, que ha ido haciendo más flexible. Si al principio lo importante era definir el perímetro del equipo, lo que implicaba que se cedía el balón al rival en el comienzo de las jugadas, más tarde el Oviedo fue incorporando la presión arriba. El entrenador ha ido depurando, eso sí, sus preferencias sobre los jugadores que deben servir a ese sistema, con decisiones tan llamativas, y sorprendentes, como la relegación de un jugador como Borja Sánchez, que en El Molinón ha dejado el recuerdo de un gol extraordinario.

Pero a cambio, Cervera mostró su confianza en Viti, que ha dado un salto adelante en su juego, que, además de aportar ayuda a la defensa, tiene como atacante la gran virtud la decisión, con la que puede abrir en canal la zaga enemiga. El de Laviana no pudo estar en El Molinón, pero sí estuvo Bretones, quizá el mejor hallazgo oviedista de la temporada, que dejó su huella con no pocas subidas por su banda, consumadas con buenos centros al área, uno de los cuales encontró en Enrich un remate tan difícil como afortunado para confirmarle, un partido más, como el goleador que necesitaba el Oviedo para completar un final de temporada que, sin posibilidad de aspirar a premios mayores, como la disputa del play-off de ascenso, supone al menos el alivio de confirmar la permanencia antes de la jornada 42.

Una fiesta que merece más. Al Sporting, lo que incluye, claro, a sus seguidores, el derby le dejó, en cambio, la carcoma de la inquietud de que no todo está resuelto todavía, por más que las probabilidades de que el Málaga le supere y se produzca la catástrofe parezcan muy pequeñas. La gran fiesta del fútbol asturiano dejó ese residuo de preocupación. Mejor sería que se hubiera abierto a otras expectativas para dos equipos que, por historial y número de seguidores, deberían aspirar a mucho más, para estar a tono con el volumen de la fiesta multitudinaria que generan sus enfrentamientos.

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