Entrevista | Alexandre Alemão Delantero del Real Oviedo

"Aún estoy a tiempo de dejar huella en el Oviedo"

"Con 16 años dejé el fútbol y me puse a trabajar en una tienda de camisetas, pero mi agente me buscó pruebas y me convenció para volver"

Alemão, en El Requexón.

Alemão, en El Requexón. / Miki López

Nacho Azparren

Nacho Azparren

La región de Santa Catarina está ubicada al sur de Brasil y es conocida popularmente como "un pedazo de Europa" por la fuerte inmigración procedente del Viejo Continente. A Santa Catarina llegó hace casi un siglo un Zurawski, ciudadano polaco que huía de la invasión nazi en la II Guerra Mundial. Y ahí se asentó la familia. El inmigrante inicial es el bisabuelo de Alexandre Zurawski, delantero del Real Oviedo de 25 años, que en el mundillo del fútbol en un desarrollo algo contradictorio de los acontecimientos pasó a ser conocido por Alemão. Influyó en el sobrenombre la intensa inmigración germana en la región. "Allí tenemos la segunda fiesta alemana más grande del mundo", dice él con una sonrisa, en alusión al Oktoberfest que se celebra todos los años en Blumenau. Alemão atiende a LA NUEVA ESPAÑA para contar su llamativa historia personal tras su gran actuación ante el Racing y con la mira puesta en el Alcorcón. Defiende que está a tiempo de triunfar en el Oviedo.

–Lo primero, ¿cómo está?

–Muy contento por hacer mi primer gol en el Tartiere. Tenía muchas ganas de celebrarlo, y nos valió para sumar un punto en un partido complicado.

–¡Vaya golazo!

–La verdad es que sí. Vi que Colombatto estaba sin presión y corro al espacio. Me da un gran pase. La controlé muy arriba, fue para adentro... Un sombrerito al central y golpeé como pude. Fue bonito.

–¿Había marcado en Brasil alguno así?

–¿Parecido a este? No, no. Es uno de los más guapos de mi carrera.

–¿Le ha costado adaptarse a un fútbol tan diferente como el brasileño?

–Sí, sí que me ha costado. En la Segunda División hay mucha fuerza. Mira el otro día el penalti que le hacen a Oier (Luengo), eso en Brasil te lo pitan al cien por cien. En Brasil se para mucho más el juego, se señalan más faltas, no dejan correr tanto el juego. Aquí va todo muy suelto. Hay más ritmo. Y hay que estar mucho más activo en el partido.

–Tanto Cervera como Carrión coinciden en que le piden ir más al espacio que pedirla al pie.

–Sí, en Brasil jugaba más estático, no tenía esta idea de correr al espacio. No me lo pedían tanto, sino más bien que actuara de apoyo, jugando de espaldas, para que viniera algún jugador de cara. Y luego sí que debía correr hacia adelante. Pero Cervera y Carrión siempre me han pedido que vaya al espacio. El míster sigue insistiendo en ello y yo trato de aprender.

–¿Cambiar la mentalidad es lo más complicado?

–Sí, es lo más difícil, pero creo que cada vez lo hago mejor, entrenando todos los días y hablando con el míster para entender la idea que necesita para mi posición.

–¿Conocía algo de la Segunda División?

–Algún equipo por los jugadores brasileños. Por ejemplo, el Levante, porque había ido allí Wesley Moraes, que jugó conmigo en Internacional. Y también, aunque esté en Primera Federación, al Deportivo de La Coruña, que siempre tuvo buenos brasileños porque me lo pedía para jugar en la Play (risas).

–Alexandre Zurawski. ¿De dónde viene su apellido?

–De Polonia. Mi bisabuelo era polaco. Emigró en la II Guerra Mundial y llegó a Brasil. A partir de ahí, mi abuelo y mi padre ya nacieron en Brasil. Yo lo hice en Santa Catarina. Pero nos queda el apellido polaco.

–¿Qué sabe de su familia?

–Mi padre es más bien callado, no habla mucho. Pero me cuenta historias de su abuelo, aunque sabe muy poco de polaco porque en casa no lo aprendieron.

–¿Ha estado en Polonia?

–No, nunca. Pero ya tengo planes para ir a conocerlo.

–¿Cómo le dio por el fútbol?

–Porque lo veía en casa. Mi padre jugó, a nivel aficionado. Era mediocentro. También mis hermanos: uno es catorce años mayor que yo y el otro tiene diez más. No llegaron a profesionales, pero yo les veía jugar y me gustaba.

–¿Tenía ídolo de pequeño?

–Ronaldo Nazario. Luego, más mayor, me gustaba mucho Cristiano Ronaldo.

–¿A qué se dedicaba su familia?

–Mi padre hizo de agricultor, trabajó mucho. Luego nos mudamos a la costa y se puso a trabajar en una floristería y mi madre empezó a limpiar casas. Trabajaban también los fines de semana para crecer en la vida. Vengo de una familia trabajadora.

–He leído con 16 años usted también trabajó.

–Sí. En una tienda que imprimía camisetas. Había decidido dejar de jugar al fútbol, porque no tenía expectativas de llegar a un equipo importante y pensé que tenía que empezar a trabajar para ganar algo de dinero. Pensaba que no llegaría a nada en el fútbol. Estuve en la tienda 6 o 7 meses, me encargaba del mantenimiento de las máquinas.

–¿Y cómo volvió al fútbol?

–Mi representante estaba estudiando Derecho en la Facultad y le encantaba el Derecho Deportivo. Decidió especializarse. Yo, junto a otro chico, fui su primer cliente. Ella empezó abuscarme pruebas en equipo y me convenció para volver a jugar.

–Lo de "Alemão"...

–¡Por el pelo!

–Ya, pero lo normal sería "Polaco", ¿no?

–Así me llamaban al principio, sí. De pequeño era "Polaco", pero cuando empecé a jugar más mayor pasaron a llamarme "Alemão" por ser más sencillo. Y es que en Brasil hay muchos alemanes. En la ciudad vecina a la mía, Blumenau, hay tantos alemanes que hasta tienen su propio Oktoberfest (risas). Es la segunda fiesta alemana más grande del mundo.

–¿Le gustaba lo de Alemão?

–No me molestaba. De pequeño no sabía la historia de la guerra entre los alemanes y Polonia. Cuando lo supe ya me había acostumbrado al apodo.

–Es usted el brasileño menos brasileño que hemos visto por aquí...

–(Risas) Sí, me lo han dicho. El delantero brasileño es más de regate, de balón al pie...

–Tardó en llegar a la Primera brasileña.

–No lo hice hasta que tuve 23 años. Jugué en categorías inferiores, en muchos campeonatos regionales, pero me costó llegar. Incluso me tuve que ir a Japón, a jugar en la Segunda División de allí.

–¿Cómo fue esa experiencia?

–Diferente. Es un país tan distinto a Brasil... Estuve siete meses. Vivía en una residencia, era mi primera experiencia fuera de casa y no fue sencilla. Tenía un intérprete que me ayudaba, pero la mayor parte del día estaba solo. Aprendí de la experiencia: el respeto, la humildad, el orden que tienen.

–Lo dicho: le costó llegar.

–Aquellas experiencias me curtieron. Cuando sales de tu zona de confort te obliga a crecer en todos los aspectos. Toda esa carrera me ayudó cuando llegué a Internacional.

–Y recibe la llamada que esperaba.

–Fue un sueño hecho realidad. En casa somos todos del Inter, es nuestro equipo. Había hecho buenos partidos con un equipo de la Cuarta División, pensé que podría firmar por un Segunda, pero Internacional vio potencial en mí, y eso que llegué lesionado del tobillo. Allí coincidí con el Cacique Medina (recientemente despedido del Granada) y di una buena versión. Fue más sencillo porque creía mucho en mí y porque había tenido muchas experiencias que me hicieron crecer. Y tuve un cambio de posición que me ayudó.

–¿No fue siempre delantero?

–No, yo siempre jugaba en banda, de extremo. Hasta 2019 jugaba allí y a partir de entonces pasé a delantero. Y vi que se me daba mejor. Desde 2019 mejoré muchísimo.

–El Oviedo. ¿Cómo fue la oferta? ¿Dudó?

–Era salir a un país diferente, pero comparado con Japón... (risas). Siempre soñé en venir a Europa y triunfar. Me creó desde el principio muchas expectativas.

–Me dicen que es usted muy creyente.

–Sí, todos en casa. Mi madre es muy religiosa y así nos educó a mí y a mis hermanos.

–¿Con quién está en Oviedo?

–Con mi mujer y mi hijo, que nació en enero. Se llama Artor, ¡de momento duerme bien!

–¿Cómo valora su temporada? ¿Esperaba más goles?

–Sí, claro. Son tres, contando la Copa. Valoro otras cosas, como el trabajo y la trayectoria del equipo. Lo importante es ascender, es nuestro objetivo, está en la cabeza desde que llegué aquí. Me gustaría llevar más goles, pero aún estoy a tiempo de dejar huella.

–Le ha faltado continuidad.

–Cuando entré por primera vez en el once (en Burgos) tuve una lesión en rodilla que me frenó esa adaptación. Y luego hubo el cambio de entrenador, el equipo tenía otra cara, sumando muchos puntos. Era normal que apostara por el equipo que jugaba. Yo me recuperé, y tuve que ganarme mi espacio otra vez para sentirme importante. El entrenador habla siempre con todos, e insiste en la importancia de los que no juegan, en mantener una mentalidad ganadora, que cuando entremos desde el banquillo hay que mejorar al equipo. Siempre dice que cuando mira al banquillo le entran las dudas porque hay mucha calidad.

–¿Ve el ascenso posible?

–Sí, claro. Estamos ahí, desde la llegada del entrenador hemos subido muchos puestos, y así seguimos. Solo hay que mirar la clasificación desde que llegó Carrión. Hay que seguir sumando en este final, fallar menos, sumar siempre. Hay que seguir peleando el ascenso directo, y si no el play-off para ganarlo.

–¿Qué jugador le ha llamado más la atención en el Oviedo?

–¡Cazorla! (risas).

–¿Pero de los que no conociera?

–Me gusta mucho Sebas (Moyano), por cómo se mueve; es rápido, con calidad, habilidoso... También Leo Román, es un porterazo. Marca diferencias. Y hay muchos más que me han llamado la atención.

–¿Cómo es Alemão al margen del fútbol?

–Soy tranquilo, ahora con el niño pequeño me toca estar mucho en casa, echando una mano. En el tiempo libre veo alguna serie, ahora estoy con "Así nos ven" en Netflix.

–¿Dónde se ve a partir de junio?

–Me gustaría que fuera en el Oviedo. Que el equipo ascienda y que pueda jugar en Primera División. Para mí, sería un sueño hecho realidad.

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