Una decena de funcionarios municipales se juntan en la mesa de una céntrica terraza polesa. En la de al lado, hay otros tres y, al fondo, en otro bar, alguno más. Los trabajadores del Ayuntamiento también celebran la fiesta de Comadres, una larga tradición que, incluso la más veterana, Luisa Isidoro, con 33 años en el Consistorio a sus espaldas, recuerdan que el vermú y la comida ya estaban instauradas.

Cuentan, tomando algún vino y un vermú, que se llevan todos muy bien. "Aquí estamos de todas las secciones, desde urbanismo, hasta informática, pasando por el centro asesor de la mujer", explica Victoria Álvarez. Rápido vuelan cuchillos amistosos: "¡Qué dices, si no nos podemos ver!", exclama uno de los trabajadores.

A cuenta de la representante del Centro Asesor de la Mujer, también hay observaciones: "Aquí no hay igualdad, la mayoría son hombres", cuentan entre risas.

Están distendidos y disfrutan celebrando el festivo local. "De esta manera también apoyamos al comercio y la hostelería local, hacemos gasto", comentan. Tras el vermú, se juntarán todas las mesas y, "en otra terraza", procederán a la comida. "Ahí si que se habla algo más de trabajo", reconocen. Eso sí, "urbanismo no se toca", apostillan sobre las posibles pullas que caerán durante el almuerzo.

Por la tarde, seguirán con el comadreo, pero no hasta muy tarde, "que mañana hay que trabajar y sino vamos de empalme", subrayan, reconociendo a su vez que, algún año, "nos dieron las doce". Animan los trabajadores una jornada de comadres que aún está arrancando, pasadas las dos de la tarde.