Oviedo, P. R.

Todo empezó hace ya algunos años en la Facultad de Filología de la Universidad de Granada. El profesor y crítico José Antonio Fortes escribió un manual de literatura, que recomendaba a sus alumnos, en el que, según el testimonio de Luis García Montero, catedrático de Lengua y Literatura de la institución y poeta, «decía barbaridades». Barbaridades sobre Lorca, a quien tildaba de fascista; sobre Francisco Ayala, a quien vinculaba al fascismo; sobre Ortega Gasset y Antonio Muñoz Molina; sobre el propio García Montero, su mujer, la escritora Almudena Grandes, y su padre, un coronel del Ejército, a quien Fortes vinculaba con el aparato represivo del Estado franquista.

«Ese manual, que obligó a comprar a sus alumnos, enrareció el ambiente; algunos compañeros miraban hacia otro lado. Un día apareció sobre mi mesa un ensayo de Fortes sobre Javier Egea, poeta y amigo, en el que sugería que un grupo de gente, entre los que me encontraba yo, habíamos facilitado su desaparición, tanto física -se suicidó- como literaria. Eso me hizo estallar», declaraba ayer García Montero a LA NUEVA ESPAÑA.

A esto siguió una monumental bronca en una reunión de departamento y días después, el 14 de octubre de 2006, la publicación en la edición de Andalucía del diario «El País» de un artículo titulado «Lorca era un fascista», firmado por Luis García Montero. El poeta calificaba al profesor Fortes de «perturbado». Éste le demandó y el juez acaba de dar la razón a José Antonio Fortes. García Montero deberá pagarle 3.000 euros por haberle calumniado.

Dolido por el fallo, «me he sentido desamparado, primero por la justicia y después por algunos compañeros del departamento», declara García Montero, uno de los «profesores estrella» de la Universidad de Granada, anunció que dejaba la institución y que no recurriría la sentencia. Al día siguiente, el poeta de «Vista cansada» comenzó a recibir apoyos, de alumnos, de profesores y amigos -su primera clase tras el fallo fue emocionante-, del rector de Granada, Francisco González Lodeiro, al que los defensores de García Montero acusan de haber reaccionado tarde, y del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves.

«Estoy muy agradecido por los apoyos, pero eso no cambiará mi decisión de irme de la Universidad. La vida cotidiana en los pasillos es muy complicada y si me sigo encontrando con ese señor o con otros que han preferido cerrar los ojos y mirar hacia otro lado, no se lo que ocurriría. Necesito un tiempo de tranquilidad, me dedicaré a escribir», dice García Montero.

¿Y mantendrá su decisión de no recurrir la sentencia? «Cuando lo dije era lo que sentía, quería pasar página y quedarme tranquilo pero varias personas, entre ellas Javier Pérez Royo, José Luis Serrano y Nicolás López Calera me están pidiendo que recurra. Lo decidiré hoy con mi abogado».

LA NUEVA ESPAÑA intentó sin éxito ponerse en contacto con el profesor Fortes. Su correo electrónico y teléfono de departamento son los únicos que no figuran en la página web de la Universidad de Granada. No obstante, Fortes también tiene defensores. En un artículo de «Rebelión», firmado por Santiago Alba, Pascual Serrano, Constantino Bértolo, Belén Gopegui, César Vicente e Ignacio Echevarría se dice que los hechos, tal y como se han difundido en los medios de comunicación, «son una narración mitológica construida desde "El País"». Y se añade: «José Antonio Fortes no es un "oscuro profesor revisionista" ni ha llamado a Lorca "fascista" ni, desde luego, ha justificado su asesinato porque fuera "maricón"».

El poeta Jordi Doce se preguntaba en su blog: «¿Realmente el periódico más importante del país tiene que dedicar una página completa de su sección de cultura, en dos y en hasta tres ocasiones, para hablar de este asunto?».

El «Ideal» de Granada publicaba en su sección de Cartas al Director una firmada por Susana Rodríguez Moreno, que fue alumna de ambos profesores. Y decía: «Luis García Montero fue uno de los profesores más rigurosos, honestos y trabajadores que tuvimos (...) Nos abrió una nueva ventana al mundo, a un mundo donde las verdades absolutas no existían y donde se aprendía literatura y se opinaba con entera libertad de los textos (...) Recuerdo el aula llena a las cuatro de la tarde siempre (...) Tuvimos al profesor Fortes el último año. De él no recuerdo haber aprendido nada de lo que venía en el programa, salvo su opinión ofensiva sobre autores contemporáneos (...) Luego las criticas hacia el profesor García Montero».