El cielo lucía estrellado como raras veces lo hace en Asturias. El público se arremolinaba en los alrededores del recinto y se percibía la expectación de las grandes ocasiones. Con el tremebundo arranque de los madrileños Layabouts, una verdadera apisonadora sónica que ofreció un set arrollador, supimos que no defraudarían. Tan contundente prueba, tan preclara demostración de virtudes dejó algo fuera de juego a un público que tardó en reaccionar ante la descomunal trituradora rítmica que expone, sin alharacas, cómo el baile puede ser posible desde un sonido de guitarras intenso y sin concesiones, con el histórico asturiano Willy Vijande (ex Ilegales) a los controles de un sonido macizo, contagioso. Cuando llegó el tramo final del ahora cuarteto, con una magnífica versión del «Inside looking out» de los Animals y el imprescindible «Fine for me» de su primer álbum, estábamos convencidos de que su ascensión debe ser inminente.

«Sidonie» han perdido casi todo aquel gamberrismo teatral de sus orígenes, los trenzados guitarreros narcotizantes al modo Manchester (Stone Roses, Happy Mondays) al que sólo aludieron en su tramo final y en el imprescindible «Feelin' Down»; algo que parecía importarle bien poco a su nueva joven audiencia para quien la música alternativa e indie de finales de los 80 y principios de los 90 le suena a desconocida prehistoria. Impecables en ejecución, avanzan a marchas forzadas de profesionalidad hacia un público distinto al de sus orígenes.

La credibilidad que exudan «The Sunday Drivers» se traduce en un cancionero repleto de gemas que se van grabando, para no borrarse, en la mente y en el corazón de mucha gente. Cuestión de elecciones, pero a mí denme su impecable directo, un cantante tan bien dotado como Jero y temas como «Paranoid», «Do It», «On My Mind» o «Day In, Day Out» y todas las dudas acabarán borrándose de un plumazo para convencer hasta al más descreído.

Los barceloneses «Mendetz» hicieron gala de su fama de rompepistas y pusieron a bailar al público con los temas de su reciente segundo trabajo «Souvenir». Con un repertorio fraguado desde los sintetizadores y teclados diversos, no dieron tregua con un sonido contagioso y reconocible en los primeros ochenta. Preludio imprescindible para que cuando llegaran los pinchadiscos belgas «Glimmers» el baile reinara en un amanecer perezoso tras una velada plena de polvo de estrellas.