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RAMÓN FINCA | Pianista clásico y compositor pop

"No tengo hijos y mi principal trabajo me permite hacer mucho y ser un apasionado de la vida"

"La disciplina del aprendizaje sale del interior, no de un profesor ruso con levita que te exija dos horas de escalas y arpegios"

Ramón Finca, en el Auditorio de Oviedo. LAURA CARADUJE

Ramón Finca (Oviedo, 1975), compositor, profesor de piano y de músicas modernas y populares del Conservatorio, presenta el libro "Comprender el rock" y prepara disco y clips con su banda power pop, "Extemporánea", con la que quiere entrar en el circuito indie como "Triángulo de Amor Bizarro", "Maga" o "Dinero".

-Estoy razonablemente bien.

- ¿Todo lo pasa por la razón?

-Por los tres centros de energía: la emoción, la razón y la consciencia. Elijo el adecuado al momento. Me gusta el mundo de la meditación, aunque campa el fraude y hay que ir bien orientado por la literatura clásica de religiones comparadas, una de las muchas cosas que me interesan.

- ¿Qué más le interesa?

-Desde el arte a los viajes, sólo a donde intuyo que lo pasaré bien, no a todos lados, como ahora. Lao-Tse dijo: "Cuanto más viajas, menos conoces".

- ¿Dónde, por ejemplo?

-Los sitios más cercanos. Soy un amante del Cantábrico, como dice una de mis canciones... Irlanda... lo que evoque naturaleza atlántica me fascina.

- ¿Se ha movido mucho?

-De viaje no, en la relación interior-exterior sí. El interior es la cosmovisión, la simbología, la estética, la meditación y el descontrol en un momento dado.

- ¿Pero salió de Asturias?

-Al acabar mis estudios pasé siete meses en una escuela de música del Reino Unido como pianista acompañante. Iba a hacer un máster, pero salieron oposiciones de piano en Castilla y León y estuve en Ponferrada y en Palencia, siempre pensando en volver a Oviedo. Vine por traslado y fue positivo para la calidad de vida y el factor humano, a veces excesivo en Asturias.

- ¿Qué falló?

-La Consejería de Educación no escucha y ningunea a los músicos. Les interesa más que el profesorado fiche a tiempo que tenga iniciativas. Los baremos de cátedra han sido surrealistas y la incompatibilidad se flexibiliza en todas partes menos aquí.

- ¿Y fuera de la Consejería?

-Hay gente muy talentosa, pero pocos recursos, y, a veces, se crea un ambiente de patio de vecinas. Es mejor tener la cabeza un poco fuera.

Es nieto, hijo y hermano de profesores, lo que "da un sentido del rigor que me ha servido mucho en este mundo de variabilidad y desarraigo. No fue tan buena tanta normativización impuesta, en general".

- ¿Cómo llegó a la música?

-Mi madre era profesora de Primaria, y yo a los 5 años me ponía a tocar la flauta dulce con alumnos mayores e improvisaba.

- ¿Cómo llegó a rock?

-Por necesidad. A los 16 años un amigo del instituto puso en mis manos el primer elepé de "Queen", un cuento de hadas esotérico, y entré en "shock". Me enteré de que hacían aquello sin tener formación reglada y eso me defraudó respecto al Conservatorio, donde no se los estudiaba. En el Reino Unido vi que el sistema educativo tenía los estudios musicales a la par y el libro "Rock Music Styles: A History", de Katherine Charlton, me abrió la mente. Mi formación en rock fue trabajosamente autodidacta.

- ¿Fue una esclavitud el aprendizaje musical?

-Eso es un mito. La disciplina surge de una necesidad interior, no de un profesor ruso con levita que te diga que tienes que hacer dos horas de escalas y arpegios, que eso sólo destroza cerebros. El mundo de la música está algo patologizado. Desde crío tuve un espíritu crítico y no iba a lo que no me interesaba.

- Pero acabó la carrera...

-Porque estudiaba cuando debía, tenía mucha ilusión y ganas de aprender. De los 19 a los 24 años salí muchísimo de fiesta, pero al levantarme tenía necesidad de hacer cosas.

- ¿Tiene tiempo para todo?

-No tengo hijos y mi trabajo principal me permite ser escritor, articulista, pianista, compositor de rock y apasionado de la vida, que también exige no desbocarse.

- Apasionado de la vida.

-"Pasión" es un término prostituido. No nos educan para redescubrirnos, que suena a "new age", pero es que vivimos en un gran "Matrix" y dejamos de escucharnos. Desprogramarse lleva tiempo, pero a partir de ahí, sabiendo quién eres, puedes ser apasionado de la vida. La música es un lenguaje muy meditativo y muy lúdico, te hace despegar, y la clave es no despegar demasiado, tener gente que te ayude. Yo tuve a mi familia y mis procesos de duelo, de sufrimiento, medianos, por ahora.

- ¿Su hoja de ruta?

-Innovar en mi profesión, hacer el bien con ello y reivindicar de una manera bella.

- Entorno sentimental.

-Lo tengo descuidado, pero en fase de volver a abrirme. Lo sentimental es un riesgo en esta sociedad líquida, cargada de contradicciones y de falta de libertad. En la época de nuestros padres, no digo que fuera lo bueno, había cierta solidez. Las relaciones personales eran sobre seguro. Ahora, mis amigos de los 20 años están trabajando fuera de Asturias y llegada la Navidad se hace un cónclave que tiene algo de ficción. Ésa es una de mis nostalgias.

- ¿Por qué?

-Es un problema estructural, en este sistema neoliberal, orwelliano, se está construyendo un ejército de eslabones productivos, tienes más libertad de acción, pero falta arraigo. Tan malo es tener un sentido de la libertad extremo como desatender esas raíces. Te dicen: "Joven, emancípate o emprende", pero no hay una letra pequeña que diga que no desatiendas las raíces, a los que te han cuidado siempre. Al final, son los que te sacan las castañas del fuego. Me encanta sentir la libertad en la creación y visitar a mi madre todos los días.

- ¿Empezó a tocar pop?

-Hace cuatro años con "Torner Banda Académica de Rock". Hacemos un musical con didáctica.

- ¿Qué espera del futuro?

-Lo que más feliz me hace es escribir canciones de música pop y el repertorio de piano clásico. Que mis proyectos me sigan haciendo feliz y redescubriéndome ganando en libertad, y que le vaya bien a mi entorno. Como todos.

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